domingo, 30 de noviembre de 2008

Congreso y crítica

Tres tíos durmiendo en la misma habitación de hotel.
Cogorzas, borracheras, atracones de etilismo y similares (distorsionan el mundo y, a veces, eso es bueno).
Y charlas aburridas sobre la eficacia del tratamiento cognitivo conductual, conductual y sus terceras generaciones sobre las diferentes patologías mentales.
Eso ha sido el congreso de Huelva de la AEPCP.
La verdad es que ha estado genial, sobre todo la parte extraoficial. He conocido a muchos PIRES, facultativos y ponentes. Sí, ha molado.
Bien, antes de pasar a criticar la parte oficial y a riesgo de que algunos de mis amigos me crucifiquen por mi falta de ortodoxia, quiero aclarar algo.
Hay más de 400 psicoterapias y 5 corrientes principales en psicología clínica. Todas convergen, todas tienen el mismo objetivo (resolver los problemas de la persona), pero cada una de ellas pone el énfasis en una parte distinta del conjunto de la vida de la persona.
Por ejemplo, la sistémica se centra en las relaciones familiares, la humanista en la relación terapeútica y en la experiencia vital de la persona, la existencial en la angustia que provoca la vida y la incertidumbre, el psicoanálisis en las relaciones con nosotros mismos a un nivel profundo, la cognitiva se centra en cómo procesamos la información externa y la conductual en lo que hacemos y se observa.
Quizá deberíamos teorizar otra corriente que relacione todo y ponga el peso distribuido en cada factor y así sea capaz de destacar en cada momento lo esencial y lo más importante sin olvidar su interacción (causalidad circular).
Bien. ¿Por qué no me ha gustado la parte oficial del congreso en general? Pues porque todo eran alabanzas a la terapia cognitiva, conductual, a su mezcla y a las hijas de ella, pero cojeaba de algo.
Se hablaba sin cesar de la evidencia científica, de la medicina basada en la evidencia. ¿Pero qué es eso? En psicología no es más que demostrar científicamente que tal o cual técnica reduce de forma clínica y estadísticamente significativa un conjunto de síntomas que, ¡Oh, sorpresa! son los que están descritos en las clasificaciones PSIQUIATRICAS tradicionales. Es decir, síndromes consensuados (es decir, por opiniones de expertos, es decir, medicina basada en la EMINENCIA y no en la EVIDENCIA) sin evidencia alguna de etiología, curso, pronóstico y divertidos modelos de diátesis - estrés que tratan de ser biopsicosociales, pero que, curiosamente, acaban por enfatizar en el principio de todo un reduccionismo biológico que me asusta muchísimo.
Eso se le da de fábula a la terapia cognitivo conductual y sus derivadas, quizá por eso sea la preferida de los psiquiatras biológicos.
Hay otras corrientes que afirman que la sintomatología tiene una función, si eliminas esa sintomatología y no atacas la base que la produce es lógico que salga por otro lado. Dejar de lado tan crucial axioma es uno de los errores de estas terapias.
Otro es que trata de ser un conjunto protocolizado y aséptico de terapia, racional, medible y científico. Pero, como dice otra de las corrientes "Es imposible no comunicar", quizá uno de los postulados que se deriven de esto sea "por lo tanto, es imposible no influir". ¿Qué pasa con la interpretación que hace el paciente de la información que le damos con nuestro propio tono de voz, nuestra propia comunicación gestual? ¿La realidad del propio paciente la pasamos por alto?
Centrémonos en el procesamiento de la información, ¿pero qué pasa con la integración de esa información?
Sin embargo, a mi parecer el error más grave de este tipo de enfoques es su desesperado intento de encontrar una causa que provoque los efectos en las personas aquejadas de sintomatología. La forma cabezota de quedarse anclado en el pasado es evidente, aparece la causalidad lineal.
La psicología científica trata de imitar a las ciencias naturales por antonomasia. No obstante estas ciencias a principios del siglo XX dieron un salto de paradigma y comenzaron a desestimar la causalidad lineal en fenómenos tan complejos como la formación del universo o la interacción cuántica en favor de una causalidad circular donde todo causa todo.
Eso es tan cierto en la psicología como en ellas y, precisamente deberíamos haberlo visto antes que las citadas. ¿Qué fue primero el huevo o la gallina? ¿Qué causó qué cosa? El tiempo y la contingencia son relativos y variables.
Se acusa al psicoanálisis de preguntarse el por qué de todo, su baladí intento de averiguar el origen de todo, pero en eso se parece a lo cognitivo conductual y ésta acaba reduciendo a biología sus postulados (¡hola, modelos de vulnerabilidad - estrés !)
Puede que a estas alturas de evolución y desarrollo humanos no sea adecuado tratar de buscar las causas primeras, sino saltar cualitativamente y ver cómo todo causa todo en una interrelación tan armónica como una sinfonía en su apogeo.

sábado, 25 de octubre de 2008

Mi primer beso...

En los libros lo describen como puro, limpio, romántico. En las películas lo muestran como dulce, pulcro, inocente.
Pero en mi caso no fue así y creo que arrastro sus consecuencias.

Mi primer beso fue indecente, corrupto, ansioso, amargo, obsceno y, ante todo, culpable.

No consigo deshacerme de ella. Me arrastra, creo que me alimenta, que me impulsa.
Nací de ella, como todos, pero a diferencia de muchos no trato de negarla, al menos ya no.
La lujuria me atrapa y, precisamente por eso, me define.

Y allí estaba yo, con apenas quince años y la lascivia tatuada en el alma, frente a unos labios desconocidos y un rostro borroso en mi excitación.
Y busqué esos labios ajenos con los míos, pero no había inocencia, sólo ganas y una atracción irresistible desde la parte más incomprensible de mi ser.
Los encontré. Entonces toda mi sangre inundó mi entrepierna y mi cerebro se rompió con su textura, descuartizado a cuchillazos de libido.
Y nuestras bocas se abrieron y nuestras lenguas se exploraron. Me sentí como el hombre que descubre un secreto hundido en el olvido; y me sentí vivo, completo. Pero no me completaba la otra persona sino la satisfacción de mi lujuria. Allí vi su cara por primera vez y supe que la había buscado desde que entendí que yo era un ser diferente al mundo que me rodeaba.
Y sólo saboreaba el color rojo de la sangre, de la lengua, de los pezones y de la parte interna de los genitales, todo lo saboreaba en ese beso.
Y sólo sentía latigazos de color rojo por todo mi cuerpo. Y sólo veía saliva de color rojo ante mis ojos. Me zambullí en ella y encontré un millón de puñales rojos que se bebían mi sangre roja, mientras mis dientes rojos mordían una lengua roja que no era la mía y mis labios rojos sellaban la única salida.

No había pureza en ese beso, sólo deseos de arrancar la ropa a la chica que me lo regalaba y que se convertiría en una de las losas más pesadas que habría de cargar en mi vida. Y después de la ropa, desgarrar sus pechos con las manos, su cuello con mis dedos, su espalda con mis puños y su sexo con mis uñas sin separar mi boca de la suya, para descubrir cómo la parte más física se entrelaza con la más espiritual en un orgasmo de sangre y preguntas, de fluidos y pensamientos, de gemidos y lágrimas. De chillidos y respuestas.

Y me sentí culpable. Culpable por sentir eso, por desearlo. Pensaba que era horrible que la lujuria viviera a través de mí, pensaba que todo había empezado con ese beso.
Pero ahora veo que con ese beso no comenzó nada. Ese beso era inevitable.
Estoy seguro que con otra persona y en otras circunstancias el resultado habría sido el mismo.
Así que me envuelvo en mi lujurioso desenfreno y dejo que me arrastre, porque, al fin y al cabo, soy yo quien se arrastra a sí mismo.
Lo acepto.

¿Por qué voy a cambiar la fuerza donde nacen los sentimientos que me hacen humano, que me obliga a aferrarme a la vida?
¿Por qué voy a cambiar la esencia que me da mi lugar en el mundo, que me da la posibilidad de comprenderme a mí mismo y a mi entorno?

Ya no la niego.
Me siento culpable, porque lo soy.
Perdón, no puedo evitar decirlo con orgullo.

sábado, 18 de octubre de 2008

La mejor canción del mundo traducida

Y el SEXO siempre estuvo allí desde que yo tenía sólo ocho años.
Tentándome, dejándome sediento.
Sudor, piel, un PULSO divino para equilibrar esta mente agitada.
Parecía tan maravillosamente físico.
Oh, la SANGRE, la lujuria, los cuerpos que colorean el mundo:
¡Todos drogas para morir por ellas! ¿No compartirías mi fuego?
¿Cómo puede el AMOR hacer del mundo un campo de minas de SUELO prohibido?
¿Un mapa de piel intocable y deseo SILENCIADO?

Y el amor allí fue en vano, PROFUNDO e insondable pero marcado con dolor.
Demasiado pronto para un niño de DIEZ años.
Amando las puras y sanas vio la diosa inmaculada,
observándola se convirtió en carne otra vez.
HAMBRIENTO de ambas PUREZA y PECADO
La vida apenas le parecía una GALERÍA de cómo ser
Y él siempre fue mucho más HUMANO de lo que deseaba
Pero había una LÓGICA en su mundo, si sólo pudieran verla.

Deseando - Harto - Enfermo - Marcando

Cada vez que alguien calma mi hambre (está en mi sangre) siempre crece más fuerte (marcando)
BUDAPEST estoy aprendiendo, Budapest me estás quemando

Este no es quien quise ser, esto no es lo que quise ver.
Ella es muy joven, entonces ¿por qué no me siento libre ahora que está debajo de mí?

Desnudo - Tocando - Suave - Agarrando

Y después de todo, eso me dirige aquí para despertarme otra vez
Buscando un amor que pueda hacerme sentir libre conmigo mismo pero entonces resulta ser
Algo que duele dentro cuando tocamos, así que sigo, pierdo mi camino
Extraviado, estoy intentando muchísimo sentirme sin cadenas, agotar la sensación de sentir frío
Y todos los días busco mi presa: Alguien que saborear y sostener
Me siento vivo durante la fracción de segundo en que ellas sonríen y encuentran mis ojos
Pero podría llorar porque me siento ¡roto por dentro!
VEN y AHOGATE conmigo
¡ La CORRIENTE nos barrerá!
Y verás que soy ADICTO a mi HONESTIDAD
¡Confía! Porque después de todo mi sentido de la VERDAD una vez me trajo aquí
Pero he PERDIDO el control y no sé si confío en mi alma
He perdido el CONTROL y no sé si confío en mi alma
Pierdo del control y no sé si CONFÍO EN ALGO

Y siempre fuimos mucho más humanos de lo que deseábamos
Y recuerdo cuando dijiste que habías estado DEBAJO de él
Me sorprendí al sentir tanto dolor
Y todos esos años siéndote FIEL a pesar del hambre que corría por mis venas
Y siempre he intentado calmar las cosas
TRAGANDO, tragando
"Sólo es otra ESPINA pequeña en mi corona"
Pero de repente un día había demasiada sangre en mis ojos
Y tuve que bajar andando esta
CALLE DE LA EXPIACIÓN de cuándos y por qués...

Vacío - Lamiendo - Limpio - Ahogando

Cada vez que ALGUIEN calma mi hambre (poseyendo mi mente) siempre crece más fuerte (ansiando)
BUDAPEST estoy aprendiendo, Budapest me estoy abrasando
Este no es quien quise ser, esto no es lo que quise ver
Ella es muy joven, entonces ¿Por qué no me siento libre ahora que está debajo de mí?
Por la mañana se está yendo en un taxi de Budapest que yo he pagado
Buscando la libertad toqué lo intocable
Es demasiado
Soy INACEPTABLE...

Prematura es tu historia y la mía, y siempre fuimos mucho más humanos de lo que deseábamos
Verdaderamente prematura es tu historia y la mía, y siempre fuimos mucho más humanos de lo que deseábamos
Siempre fuimos mucho más humanos de lo que deseábamos, siempre fuimos mucho más humanos de lo que deseábamos
Siempre seremos más humanos de lo que desamos

SIEMPRE SEREMOS MUCHO MÁS HUMANOS DE LO QUE DESAMOS...

(Beyond the Pale, Pain of Salvation, disco: Remedy Lane)

viernes, 17 de octubre de 2008

Pensamientos V

Creo que al final no somos más que niños malcriados suplicando atención, objetos banales o contacto físico.
Nuestra tolerancia a la frustración desciende a medida que vamos madurando.
Cuando la realidad social nos arrebata hasta lo más íntimo de nuestro ser.

Te miras al espejo y te das asco. Te odias cada segundo de tu vida. ¿Por qué? y no quieres saber la respuesta. Demasiado caliente, demasiado cierta.
Vomitarías todos los recuerdos, violarías todos los sueños sólo para negarte a ti mismo.
Has deshollado todas tus capas y en el núcleo sólo hay vacío. Vamos, niégalo.
Ignorar el sufrimiento no hace que deje de existir, eso ya lo sabías, así que te nutres de él para enterrarte a ti mismo.

Tienes, quieres. Te arrebatan, te suicidas.

Malhallada rabia que te hace consciente. Malnacido rencor que te obliga a amar. Maldita fachada que te exige aparentar.
Implosionas en un acorde mayor y renaces en menor. Y te detestas y te arrancas el alma a hachazos de sarcasmo y no te encuentras y lloras escupiendo saliva por los ojos y suplicas ante un ídolo disfrazado de Armani y te revientas la cabeza contra el suelo, una vez y otra y otra, hasta que solo queda una pulpa sanguinolenta donde agonizan tus pensamientos mientras los estertores de las emociones se acoplan a tu indiferencia.
Y desapareces.
Y...
Y no ha cambiado nada.

martes, 14 de octubre de 2008

The last Unchanged

Everything flows.
All the things, all the feelings, all the thoughts flow; they flow around and into us. They change us like a kiss change the soul, just like if we were water and they were cold and iron.
We insist that we are the force which moves the world, but we can´t understand that maybe we were only one of the many consequences that have been produced by the real forces of the world.
We are totally egocentric. We believe that ourselves are the God´s heart, while passions flow.
We are totally narcissistic. We think that the whole universe is our mirror, while conciousness flow.
We are totally deliriuos. We feel that mountains, forests, oceans and deserts are our servants, while death flows.
We are totally insane. We making love with ourselves while colours, heaven, hell, nations, people and secrets flow.

Our freedom is one of the last unchanged, like our madness or our shouts, because we always have to be fighting for them to keep them alive, and, while we wait the death, maybe we know that we are totally innecesary and that finally will make us completely human.

P. D: Mi primer post en inglés. Tengo que practicar y por eso lo hago. Pido disculpas por los horribles fallos gramaticales y ortográficos que haya podido cometer.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Frikis, sí, quizá ellos nos deslumbren

Estamos seguros de identificarlos enseguida. Creemos conocerlos y puede que sintamos vergüenza ajena al verlos.
Los pobres frikis.
Cuántas veces hemos usado esa palabra. Muchas de ellas más de forma despectiva que descriptiva.
Patéticos personajillos que se disfrazan de héroes fantásticos, de ciencia ficción o de mangas japoneses.
Aislados esperpentos soñando despiertos con la cara cubierta de acné, gafas ridículas o perillas de chivo.
Cómo nos reímos de ellos y de su deformado idealismo.
Don Quijotes modernos, incomprendidos y rechazados.
Despreciamos el mundo diferente en el que ellos estarían encantados de vivir, su horrenda forma de vestir con camisetas de una comicidad sólo comprensible por su propia tribu, sus expresiones anacrónicas, desfasadas o ininiteligibles.
Nos burlamos de ellos y les miramos por encima del hombro.
Por ellos podemos sentirnos mejores, no tan locos. Sentir que estamos integrados en la sociedad, que tenemos planes de futuro, que somos "normales".

Cómo nos odio. Con nuestra estandarizada forma de vivir, nuestra aceptación incondicional de la anodina realidad. Damos pena. Somos repulsivos.
Nuestra fachada proclama a los cuatro vientos cuan individuales somos y en nuestro interior sólo conocemos la miserable igualdad que nos aglutina en una masa que autodenominamos normalidad.
Detestamos a los frikis, les consideramos fracasados, perdidos, personas física y espiritualmente execrables. Por eso nos mofamos contínuamente de ellos y usamos su nombre tribal como insulto terrible.
Y sin embargo ellos resisten y casi parece que cada día se hagan más fuertes.
Ellos defienden ideales que consideramos desfasados e infantiles. Ideales como la sinceridad, el honor, el sacrificio por los demás, el amor.
les consideramos los apestados del Siglo XXI y, quizá puede que sean los románticos, los visionarios y los idealistas de esta era.

Damos por supuesto que su identificación con héroes inexistentes procede de una bajísima autoestima, de unos fracasos brutales en lo que nosotros aceptamos que es la vida normal, y no nos paramos a pensar que quizá no nazca de eso, sino de una infancia tremendamente imaginativa, de una fuerza brutal por defender una norma ética utópica que no puede sino chocar y desangrarse contra una sociedad sucia, bastarda y corrompida como los monstruos de sus cómics y novelas.
Son los paladines de la cultura de internet y youtube, de la playstation y el tuning. Gracias a ellos aún hay valores que pueden perdurar y transmitirse.
Gordos desaliñados, granujientos grasientos, pálidos con gafas y dados de rol como amuletos, me inclino ante vosotros y vuestra perseverancia. Ante vuestro idealismo digno de Lord Byron y ante vuestro honor, ese que rechaza y hiere a la "sociedad normal".

Les despreciamos y nos reímos. Les odiamos y les aislamos. Y todo porque no nos permitimos ser como ellos, porque son una de las pocas muestras de libertad que se conservan en este mundo de acero, libretas bancarias y teléfonos móviles.
Ojalá pudieran salvarnos de nostros mismos.

La música manda:

The Seven Angels (Avantasia)
America (Pain of Salvation)
Over the Hills and Far Away (Nightwish)

Más libros, más libres

Más allá del principio del placer (Sigmund Freud)

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Libertad = Desesperación

Aún siento el sabor metálico del óxido en la boca. Es consecuencia de romper cadenas con los dientes.
Cadenas viejas, pesadas e inevitables.
Si te digo la verdad, no sé si merece la pena.
De qué sirve que los dientes desgarren metal si su regusto oxidado te envenena el alma.
O te quedas prisionero o te vuelves loco siendo libre.
El problema estriba en que una vez que eres consciente de tu cautiverio no te quedan más opciones que tratar de escapar o vivir deshaciéndote en alaridos de agonía al darte cuenta de qué lugar ocupas, de que eres sólo el final de los grilletes y aceptar eso acaba con tu ánimo y tu vida.
Así que si no te suicidas, muerdes y desgajas metal que va oxidando tu corazón.

Elegí ser libre y entonces empecé a tener miedo. Elegí decidir y me aterroricé al imaginar lo que podría perder con cada decisión.
Miedo de tener que elegir y no tener más remedio que hacerlo, miedo de perder, miedo de vivir, miedo de respirar por temor a que la próxima bocanada sea vacío.
Para ser libre sin oxidarte no hay que tener miedo a perder nada, por eso los auténticos hombres libres son los que no tienen nada que perder. Los desesperados.

La sociedad actual equipara metas morales con objetos materiales. Por eso tenemos miedo de decidir, porque podemos perder cosas que socialmente nos acercan a la felicidad, a la verdad o a la salvación; o bien podemos perder recursos que nos permitan obtener dichas cosas como trabajo, prestigio social o autoestima, todos productos o externos o reflejos internos de lo externo.

Tánatos se apodera de los que nos pasamos la vida masticando metal y no logramos desposeernos de lo que nos da miedo perder y jamás seremos libres porque mientras mordemos y tragamos, luchamos contra tánatos.
El impulso autodestructivo es el que logra los ideales utópicos. Si orientamos nuestros deseos a consumirnos en una vorágine de sufrimiento, en una hoguera sangrante y aullante de suicidio, qué no seremos capaces de hacer con lo que está fuera de nosotros, con los demás, con las normas, con la religión, con el mundo, con la existencia colectiva que idiotiza los sentidos y niega el final de la vida.
En la locura suicida del desesperado está la libertad genuina. La libertad conquistada sin condiciones, sólo porque es una meta en sí. Libertad ensangrentada, de vida marchitada por haberla absorbido hasta el frenesí del hedonismo. Libertad como derrota y masoquismo. Libertad sádica esculpida de la decepción. Libertad. LIBERTAD.

Somos aves fénix que no terminamos de consumirnos y, por lo tanto, no renacemos jamás.

La música manda:

Push (Matchbox 20)
Boulevard of broken dreams (Green Day)
Swanheart (Nightwish)

Más libros, más LIBRES

La conquista de la Felicidad (Bertrand Russell)

martes, 19 de agosto de 2008

Criticando al sistema

Lo veo todos los días.
Es muy fácil (además de acertado) culpar a la psiquiatría biológica y a los laboratorios farmacológicos de alentar el concepto de "enfermedad mental" y de identificar los trastornos mentales con "enfermedades del cerebro".
Ese reduccionismo biológico es tan falso como dañino.
Es muy válido para todas las disciplinas médicas, pues casi todo nuestro cuerpo es biología, pero no para la psiquiatría.
Nuestra percepción del mundo, nuestra interpretación de la vida, nuestra mente en definitiva es un elemento emergente que supera a la biología y, por tanto, no es explicable partiendo de su base.
Sobre este tema remito a autores mucho más expertos y más válidos que yo y que fundamentan empíricamente esta postura junto con las causas que la mantienen (Veánse "Modelos de Locura" o "La invención de trastornos mentales").
Además de la psiquiatría biológica y de los laboratorios farmacológicos hay una tercera entidad que juega un papel tan importante como las anteriores en el sostenimiento de un modelo de trastornos mentales basado en la biología, y que lo único que ocasiona es un gasto desorbitado en medicamentos y una cronificación de esas "enfermedades mentales" que jamás remiten y que condenan a la persona a prejuicios constantes en su entorno por el mero hecho de soportar una etiqueta (esquizofrénico, bipolar, límite...)
Dicha entidad es la propia persona. A la que el sistema sanitario denomina paciente y la que se autodenomina enfermo.

Sois vosotros quienes psiquiatrizáis y psicologizáis cada circunstancia que os pasa en la vida.
Ya no estáis tristes, sino que estáis deprimidos. Ya no estáis nerviosos, sino que padecéis de ansiedad.
Negáis las emociones de una forma que hasta resulta cruel. Si se os muere alguien querido, no os permitís sentir pena ni dolor, sólo queréis estar "normales", estar "como siempre" y además estarlo lo más rápido posible.
Sois vosotros quienes exigís una pastilla para "curaros". ¿Por qué? ¿Por qué lo hacéis?
Es más fácil, es más rápido (supuestamente) y, sobre todo, os libra de la responsabilidad de vivir. Os libera de la responsabilidad de aceptar que el cambio reside en uno mismo. Os ahorra el intenso esfuerzo de tener que salir vosotros mismos, el horrible trabajo de crecer, de aprender, de sobreponeros, de concebir las dificultades vitales como inevitables.
Os libera de tener que aceptar la incertidumbre y VUESTRA PROPIA RESPONSABILIDAD.
Vuestra deplorable ignorancia no os hace pensar en los efectos que esa medicación tiene en vuestro cerebro ni en vuestras vidas. No os hace plantearos que esa pastilla más que curar lo que consigue es cronificar, crear dependencia o producir efectos secundarios tan desagradables que es peor el remedio que la enfermedad.
Hemos perdido la esencia de lucha, los valores de resistencia y de aceptación y los hemos sustituido por una comodidad enfermiza, por una evitación de la responsabilidad en nuestra propia vida, por una supuesta felicidad recetable.
Seguid permitiendo que instituciones biológicas continuen inventando nombres técnicos para circunstancias cotidianas, seguid en vuestra apatía y seguid reclamando vuestros derechos como pacientes.
La vida sólo llena al que está dispuesto a asumir su constante incerticumbre y su indudable final.

La música manda:

Umbrella (Vainilla Sky)
Damned (Bon Jovi)
The Best of You (Foo Fighters)

Más libros, más libres:

Shimriti (Jorge Bucay, muy a mi pesar)

lunes, 28 de julio de 2008

Frágil, punzante

Algo había que hacer, así que eligió la opción que parecía más sensata.
Su corazón era de cristal, frágil y transparente.
En su infancia estuvo a punto de rompérsele en más de una ocasión. Una vez incluso llegó a mellarse un poco y aún tenía la grieta que lo cruzaba verticalmente, recuerdo de su primera batalla contra la vida.
Mientras crecía se dedicó a construir una coraza más dura que el odio y tan alta como su miedo.
Aisló su corazón de la gente, del mundo y de él mismo.
Mientras pasaba el tiempo, su cuerpo vivía, pero su mente no aprendía. Volvía a caer en los mismos errores estúpidos de su niñez.
Atrapado en un crucero de omisiones, la coraza se tornaba tan gruesa como el mundo.
Cientos de bocas gritaban en sus entrañas y engullían su autoestima, pero no le afectaba.
Su corazón era de cristal, delicado y decorativo.
Poco a poco se olvidó de cómo era sentir, del sabor de la tristeza y del fuego de la alegría.
Se volvió incoloro como el gris, irreal como las alucinaciones.
Veía su existencia intangible, risible, insípida. Era un concierto de silencio.
Sin sueños, sin emociones, sin identidad, sin sentido. Y todo por seguir la opción que parecía más razonable. No siempre lo adecuado es lo racional.
Pero eso se aprende siendo descabellado, como el odio; incongruente, como el miedo; ilógico, como la compasión.
Su corazón era de cristal, frío e inerte.
Observaba a la gente vivir. Se fijaba que en todos había cierta chispa en los ojos que no podía nombrar, pues él nunca la había poseído.
Preguntó y preguntó sobre cómo conseguir esa gota en la mirada y no obtuvo respuesta.
Agotado se dejó caer en el suelo. Un anciano milenario se sentó a su lado.
- Uno sólo siente plenamente cuando le destrozan el corazón al menos una vez en la vida. - Dijo.
Y el anciano se fundió con el suelo en un charco de ironía.
Asombrado se irguió a contraluz.
Comenzó a demoler la coraza con lágrimas que rebasaban lo imaginable, delante de todos, sin pudor; con alaridos que desgajaban el autocontrol.
Capa tras capa, su blindaje se tornaba más pequeño y más fino y en el remolino de emociones vivió por primera vez.
Ahí estaba. Un corazón de cristal apenas mancillado, apenas utilizado.
Y con una rabia largo tiempo olvidada lo golpeó.
Y estalló en millones de átomos de dolor.
Y se consumió con placer disfrutando la victoria de la agonía.
Y se liberó.
Su corazón era de cristal, punzante y sangrante.

La música manda:

Over and Under (Egypt Central)
Savin´me (Nickelback)
So far away (Staind)

Más libros, más libres:

La historia interminable (Michael Ende)

miércoles, 23 de julio de 2008

Imposible

Apuñaló la realidad para poder comprenderla y la realidad se desangraba en ríos de idealismo.
Estranguló las normas para poder aceptarlas y las normas morían en jadeos de anarquía.
Suicidó su cuerpo para encontrarse a sí mismo y él se perdía en él mientras la muerte preguntaba y la sangre respondía. Porque ella no miente. Roja. Marcada con cada pensamiento, emoción y vivencia.
Allí estaba. En la nada con nadie.
Rebelde hasta en la risa.
Mientras su cuerpo estuvo vivo y su mente respiraba, se burlaron de él. Lo llamaron ignorante. Lo marginaron.
La gente le odió.
La misma gente que se contradecía en cada acto, en cada palabra. La misma gente que imponía normas porque le asustaba lo que no podía controlar.
A él no puedieron educarle, porque no hay nada que educar cuando uno sólo es sentido común y pasiones.
Fue fuego en las lágrimas, agua en las palabras, tierra en el alma y aire en los límites.
Creó un empirismo vital de su existencia.
Plus ultra. Siempre más allá.
Más allá de lo establecido, de lo conocido. Más allá del cuerpo y del alma. Más allá de todo. Más allá de dios. Pero supo que primero había que ir más allá de uno.
Amó hasta el síncope del desvarío.
Se enamoró de lo diferente porque todo en este mundo es diferente y sólo nosotros necesitamos que todo sea igual a todo. Tal vez para no pasar por el trauma de elegir.
Inhaló odio y exhaló energía.
Llegó a mover el universo símplemente pensando.
Se vistió con todos los corazones que han latido alguna vez y se sumergió en el mar con la bandera del interrogante.
Al final llegó donde quiso, no donde tenía.
Allí estaba. En la nada con nadie.
Rebelde hasta en la risa.

La música manda:

Meant to Live (Switchfoot)
Hello, Zepp (B. S. O. Saw)
Hana-Bi (Joe Hisaishi)

Más libros, más libres:

Trilogía "El elfo Oscuro" (R. A. Salvatore)

lunes, 21 de julio de 2008

El hombre que no tenía cara

El hombre que no tenía cara se acercó a él despacio. Un paso tras otro, marcando el ritmo al andar, lento. Se puso a su lado.
El temblaba y, al mismo tiempo, un pozo de vacío se le abría en el pecho, no podía controlar las lágrimas que gritaban preguntas y nombres y que le surcaban el rostro como si un ojo fuera el Tigris y otro el Eufrates.
El hombre que no tenía cara le puso una mano en el hombro y lo comprimió suavemente.
El siguió llorando sin atreverse a mirarle y entonces todos los sucesos tristes de su vida se abrieron camino en su conciencia. Recordó todos los deseos que nunca llegó a conseguir, todas las humillaciones que sufrió, todos los desamores, las decepciones, las muertes. Toda la tristeza. Comenzó a acariciar la idea del suicidio como algo más que aceptable, como algo confortable.
- ¿A qué has venido? - Le preguntó desesperado al hombre que no tenía cara.
Silencio.
- Me duele el pecho al respirar- Continuó él. - Mis ojos arden de tanto llorar, mi cabeza se embota de melancolía. ¿Qué me está pasando? Siento que mi alma agoniza y no lo soporto.
Se giró para observar al hombre que no tenía cara y cayó de rodillas ante el espanto y la comprensión.
- ¿Qué coño es ésto? No puede ser. - Aullaba mientras lloraba a mares. - Las cosas que no... A veces, tal vez... Yo... Pude...
Las palabras que pronunciaba se tornaban en un galimatías sin sentido, hasta que sólo los gemidos salieron de su boca. Gemidos tétricos, ansiosos de compasión, pero solitarios. Gemidos de la más absoluta desesperanza.
El hombre que no tenía cara le tumbó en el suelo y se sentó a su lado tomándole la mano. Esperaba.
El seguía llorando y gimiendo como si lo único que hubiera hecho en el mundo desde su nacimiento fuera eso.
Intentaba entender que el hombre que no tenía cara era él mismo. Donde habría debido de estar su rostro sólo quedaban dos cuencas oculares de un negro tan terrible como el luto.
Intentaba entender que ese ente que era él también había tenido cara hacía tiempo, pero intuía (no sabía cómo, pero así era) que ese ser no había dejado de llorar desde que existía y que las lágrimas le habían consumido los ojos y habían borrado nariz, labios, arrugas y lunares dejando un rostro liso e infinito como un desierto de huesos pulverizados.
El hombre que no tenía cara quizá simbolizara su parte más indefensa. Sin embargo sabía que era algo peor que la muerte. El hombre que no tenía cara era la TRISTEZA.
En cuanto esa luz atravesó su comprensión, el gemido más intenso y doloroso se le quedó trabado en la laringe como una flecha empapada en fuego.
El aire dejó de entrar en sus pulmones.
Se asfixió con sus propias lágrimas.
El hombre que no tenía cara le cerró los ojos desencajados por el miedo y el dolor, le besó los labios y le lamió la última lágrima que colgaba de las pestañas inertes.
Se volvió hacia el espejo que le vomitó el reflejó de un hombre sin cara, con una lágrima solitaria deslizándose eternamente sobre la faz pulida por millones de ellas.

La música manda:

Tribute (Tenacious D)
Icarus Dream Fanfarre (Yngwie Malmsteen)
La Calma (M Clan)

Más libros, más libres:

La invención de trastornos mentales (Marino Pérez y Héctor González)

miércoles, 18 de junio de 2008

La pieza que no encaja

Definitivamente, no encajo.
No me encuentro cómodo, no estoy agusto.
Pensaba que cuando consiguiera esto, todo iría más o menos recto, o por lo menos, todo estaría más claro.
Cuánto me equivocaba.
La infinitud de mi ignorancia se hace más patente con cada día que pasa.
No sé absolutamente nada de mi profesión y como eso me desmotiva muchísimo (cosas del autoconcepto) no hago nada por subsanarlo.
¿Necesitaré ayuda de mi propio gremio?
En mi centro de trabajo no hay buen ambiente, tampoco es que se lleven a matar, pero los conflictos se respiran con más necesidad que el aire.
No tengo las responsabilidades que creía que me iba a encontrar y las pocas que tengo se me escapan de las manos porque no tengo ninguna orientación.
A nadie le importa que vaya o no vaya.
Mi refugio soy yo mismo y por experiencia sé que ese no es de los mejores sitios donde guarecerse.
La relación con mi familia ha cambiado, con mi pareja también.
Se están desatando todas las ansiedades que intentaba reprimir y con ellas se desata el descontrol. Soy adicto a la comida, a los caramelos de menta y a los llantos desesperados, de esos que te dejan destrozado al derramar la última lágrima.
Tengo mucho miedo. No quiero crecer, pero parece ser inevitable. Creo que como no quiero crecer, el camino que tomo me hace crecer en el sentido negativo.
Aún no sé cuál fue la decisión que tomé en mi vida que condicionó el resto de mis decisiones equivocadas, si es que hubo una primera.
Me siento mal. Y lo peor de todo, es que no puedo dejar de pensar en que puedo hacer algo para remediarlo o, tampoco paro de pensar en las ideas que tengo, en lo que quiero escribir, crear.
Mis allegados me dicen que es porque estoy adaptándome.
Puede ser.
Pero no lo creo.
Otro día en el infierno de mi cabeza.
Ojalá hubiera alguien que pudiera ayudarme, por Dios.

La música manda:

La senda del tiempo (Celtas Cortos)
Spain (Michel Camilo & Tomatito)
Aqualung (Jethro Tull)

Más libros, más libres:

Obediencia a la autoridad. Un punto de vista experimental (Stanley Milgram)

miércoles, 28 de mayo de 2008

Concierto para sangre y orquesta

CARA A

Era un cielo. Lo amaba tanto como una mujer puede amar a un hombre y, por lo visto, era demasiado pero no suficiente.
Lo colmó de atenciones y de besos, de abrazos y de deseos.
Lo llenó con su alma y sacrificó su carrera por él, lo adoraba, lo quería.
Se conocieron de casualidad. Ella ponía copas por las noches para poder pagarse los estudios y él acompañaba a sus amigos por no estar solo.
No bebía. No fumaba.
Hablaron y se enamoraron. Salieron. Se besaron. Se acostaron.
Y él comenzó a tejer su tapiz de espejismos.
La manipuló, la utilizó, la separó de su familia, de sus amigos. Sin embargo ella vivía en un sueño y no quería despertar. Al final los errores pasan factura ¿o quizá no?
Pasaron los años y vinieron los golpes, las palizas, los cortes, siempre precedidos por días interminables de insultos, vejaciones y masacres emocionales.
Seguía sin querer ver. Se justificaba afirmando que en el fondo era bueno, que cambiaría, que quizá ella se lo merecía. Hasta dónde es capaz de llegar la mente para evitar los cambios, para no caerse del precario equilibrio en que la mantienen las creencias erróneas, irracionales, pero, al fin y al cabo nuestras, sin ellas sólo está el caos, la locura ¿o quizá no?
Su vida se convirtió en un laberinto de dolor, en un infierno de golpes, sangre y gritos.
Un día no pudo más.
Empezó a investigar. Descubrió que antes de ella hubo varias (otra mentira más), que a todas las machacaba y las golpeaba. A una no logró encontrarla. No quiso visitar el cementerio, demasiado miedo.
La última paliza fue la gota que derramó el vaso. A duras penas logró arrastrarse al portal y suplicar ayuda.
La ambulancia voló a urgencias y los médicos dieron el parte al juzgado. Ella quiso seguir adelante, pero era demasiado tarde.
La mañana que acudía a comisaría, él se materializó de la nada tras una esquina.
Ella notó la aguja de hielo que le atravesaba las entrañas y antes de sumirse en una negrura mortal ,tuvo tiempo de ver cómo su torturador y verdugo saltaba delante de un autobús que le destripó sobre el asfalto.
Suspiró al darse cuenta de que moría sola, olvidada y miserable. ¿Quién tenía la culpa?
¿Importaba quizá?
Su último pensamiento también fue para él: "Dios, no permitas que me lo encuentre en la otra vida otra vez"

CARA B

No era nadie. Era feo, tímido, inseguro, poca cosa, un deshecho humano, un error que no debió nacer.
Y ahí estaba.
Suplió todas sus carencias con una dedicación al trabajo que rayaba en la religiosidad. Quizá por eso le ascendieron a gerente y después a director de la sección nacional. Tocó techo laboral a los 35 años.
Y apareció ella.
Al principio ni siquiera la miró ¿Cómo iba una mujer así a fijarse en un paria repulsivo como él?
Contra todo pronóstico ella se le acercó. El se escondió tras su muro de hormigón y metal, pero la chica estaba decidida y tras varios meses, abrió una brecha y después de un año destrozó sus defensas.
El se lanzó a ella con toda la esperanza de una vida amargada y solitaria. Le dio su identidad, su corazón y, lo más importante, le dio su dinero.
Ella no lo rechazó y siempre quería más. A cambio le facilitaba pseudoamor, pseudosexo, pseudovida, que eran menores conforme disminuían los lujos.
El empeñó sus bienes, le donó toda su fortuna, hipotecó su casa y sólo quería algo de cariño, sentirse querido por una vez en la vida.
Pero todo lo material acaba terminándose.
Ella ya no lo necesitaba. Se acercó a los barrios bajos, le dio 100 euros a la persona adecuada y a la media hora estaba en urgencias medio muriéndose.
Confesó a gritos que había sido su pareja, que ese era el culmen tras años de maltrato psicológico.
Los médicos dieron el parte al juzgado.
Ella sólo quería sacarle hasta el último céntimo, pero ál estaba arruinado, sin trabajo, sin familia, nunca tuvo amigos, sin propiedades.
La ley es injusta, pero necesaria y la justicia es absurda, pero demoledora.
La primera semana de sus 10 años de prisión fue violado dos veces.
Antes de acabar la segunda semana se había suicidado clavándose un picho en el ojo.
Su último pensamiento fue una brutal carcajada al imaginarse a sí mismo pegando a su pareja, pegando a alguien.

La música manda:

Resurrection (B. S. O The Passion of the Christ)
Endless Road (Tommy Emmanuel)
The Might Of Rome (B. S. O Gladiator)

Más libros, más libres:

Juego de Tronos (George. R. R. Martin)

miércoles, 21 de mayo de 2008

La rabia del desesperado

Por tu cabeza pasan todas las muertes que has sufrido en esta vida.
Todas las muertes ajenas (las violentas, las naturales, todas inesperadas) y todas las muertes propias (los suicidios, los asesinatos, todas premeditadas).
Por tu sangre fluyen los restos de todos tus fracasos, de todas las situaciones en las que te has encontrado fuera de lugar.
En tu boca vive el regusto de todos tus miedos y de toda tu desesperanza.
Eres un laberinto sin salida, un ocaso de decepciones, un mero boceto de lo que quisiste ser.
Al final te das cuenta de que siempre estuviste solo, de que jamás te lograste vencer a ti mismo aunque lo intentases a menudo con todas tus fuerzas.
Al final sigues siendo un niño pequeño suplicando por una protección que nunca existió.
Incomprendido, loco, descerebrado, inmaduro, mortal, todo eso eres.

Tienes miedo, como siempre, y eso dejó de tener sentido cuando abriste los ojos.
¿Cuándo todo empezó a carecer de sentido? ¿Cuándo abriste los ojos?
Deseaste y lo conseguiste, volviste a desear y volviste a conseguir. A tu alrededor te consideraron afortunado, pero tú sabías que no merecía la pena, que por dentro no estabas más que podrido.
Porque deseabas cosas, metas, reconocimiento, y jamás te deseaste a ti mismo.
Fallaste, como todos, como nadie.
No eres digno de compasión y, probablemente, no la pidas. No eres digno del amor, porque eso es para los estables, los idealistas y los que están cuerdos.
Tú sólo eres digno de la soledad, de la impotencia, del rechazo, de los gritos y las lágrimas, de lo opuesto.

Tranquilo, no eres más que un vagabundo abandonado. Yo te comprendo, porque estoy viviendo tu vida, porque repito tus actos, tus sentimientos y expreso tus emociones.
Nos hemos desterrado nosotros mismos y le echamos la culpa al sistema o a la sociedad o a los demás, sin embargo el fallo estuvo siempre dentro de nosotros, que no somos más que una enfermedad autoinmune que no ataca nuestro cuerpo, sino nuestra mente.

Si hemos rechazado todo tipo de redención, ¿somos los únicos a los que jamás se les concederá ningún tipo de perdón?
¿Lo hicimos nosotros, por nuestra culpa?
¿O símplemente era inevitable?

Quizá no importe, porque el alambre de espino del dolor está grabado en mi alma y creo que sólo sé hacer bien una cosa en la vida: sufrir.

La música manda:

Sinfonía nº 5 (Mahler)
Objects in the rare view mirror may appear closer than they are (Meat Loaf)
Wish You Were Here (Pink Floyd)

Más libros, más libres

Los Hermanos Karamazov (Fiodor Dostoievski)

martes, 22 de abril de 2008

Adios

¿Cuántas veces nos hemos hecho la misma pregunta? ¿Cuántas veces nos hemos cuestionado el sentido de nuestra existencia, el por qué, la razón de nuestro ser?
Estamos atrapados en la vida. Encadenados a ella, en algunos momentos incluso llegamos a odiarla, pero cuánto cuesta separarnos de ella.
¿Qué sentiremos en ese instante interminable, si es que llegamos a ser conscientes de él, en el que la muerte nos abraza friamente antes de arrancarnos del mundo?
"No somos nada" - decimos. Gran verdad, pues nada somos, nada ni nadie.
Todos nuestros éxitos y nuestros fracasos se evaporan, no significan nada. Afortunado aquel que puede llevarse al hoyo paz en su interior, sin embargo, desgraciadamente, no creo que ninguna persona que haya existido en la Tierra pueda haber estado en paz consigo misma a la hora de morir.
Tantas cosas por hacer, por descubrir y por amar. Tantas frustraciones que te curten, que te vuelven más sabio, tantos viajes, momentos, explosiones de emociones, sabores, imágenes, libros, besos, experiencias, palabras, música, texturas, gritos, orgasmos, pensamientos quedan por experimentar, por realizar, por decir.
El consuelo, si es que existe ese sentimiento, que nos queda a los que quedamos vivos es la oportunidad de exprimir cada segundo como si fuera el último.
Y no podemos hacerlo.
La vida social nos marca obligaciones estúpidas para sobrevivir (hipotecas, trabajo, pagos, rutinas...) que nos van comiendo el tiempo escaso que nos ha sido otorgado.
No tengo la solución, sólo la angustia.

Adios, Luis, te echaré de mucho de menos.

La música manda:

Misa de Requiem (Verdi)
Si no hubiera que correr (Revólver)
Tears in Heaven (Eric Clapton)

Más libros, más libres:

Sagrada Biblia

jueves, 10 de abril de 2008

Otro imbécil más

Marchitó sus sentimientos reventando contra la pared de la negación.
No quedó de él nada más que el loco alarido que siguió a su desaparición y tampoco lo lamentó nadie en exceso.
Era un imbécil más entre mil millones de imbéciles. No era especial, no era superior, era un idiota más; quizá un poco más idealista y desde luego bastante más impulsivo, pero no bastaba para dejar de ser un imbécil más.
Le quemaban lo que el percibía como sus fracasos igual que agua hirviendo sobre una herida recién abierta, no cesaba de sangrar por ellas, contínuamente se iba vaciando de esperanza y de sonrisas.
- ¿Por qué? - le preguntaba al aire
Sólo el ruido de la ciudad le respondía, puede que fuera mejor respuesta de lo que él se esperaba.
Quiso diluirse en una partitura de un requiem para cellos y sólo pudo dar un par de brazadas antes de que el mundo real le arrancara también la tranquilidad del suicidio.
No podía entender cómo coño había llegado a estar condenado a vivir. Todos los días se enfrentaba a él mismo una y mil veces, todos los días regaba su alma con torbellinos de sueños desgajados.
-Basta, basta, basta, basta, basta, basta. - Suplicó el idiota.
-Nunca. - Le respondió el mundo.
-JAMAS. - Le gritó vida.
Su cuerpo no pudo hacer otra cosa más que llorar, llorar y llorar.
Pobre imbécil.

sábado, 5 de abril de 2008

El Filósofo

Cuando el sol se enterró en el horizonte el filósofo descendió de la torre por la estrecha escalera de caracol. A la luz del crepúsculo solía encontrar preguntas a las respuestas, no en vano la naturaleza del hombre comienza a comprenderse en sentido inverso.
Paseó por la ciudad abandonada como llevaba haciendo desde hacía una eternidad, noche tras noche. Sólo estaba él, la única presencia entre colosales palacios de papel, inmensas mansiones de palabras y monumentales rascacielos de corazones. Solo, sin nadie.
Quizá se habría vuelto loco si hubiera habido alguien que le reconociese como tal, pero la locura en solitario no deja de ser sino simple y llano sentido común.
Entre monólogos y respuestas preguntadas en su mente llegó al Muro.
El Muro formaba una grandiosa espiral gris, era un dragón infinito enroscado sobre sí mismo millones de veces, y estaba forrado de azulejos de plata pura. En cada uno había grabada una frase, allí estaban todos los idiomas del mundo incluso los que aún no se conocen. Cada frase constituía la pregunta que el filósofo había logrado responderse ese día.
El tenía todas las respuestas, pero debía esculpir todas las preguntas para que no se volatilizaran al pronunciarlas.
El filósofo se apróximo al último azulejo del muro, el que marcaba el centro de la espiral y, por tanto, su origen y sacó de su amplia túnica un cincel de diamante y un martillo de platino.
Cuando acabó su trabajo podía leerse la última de las preguntas "¿Quién soy?"
Guardó sus herramientas y volvió a la torre, a su espalda la luz de la luna hacía brillar El Muro de plata como si fuera una galaxia repleta de estrellas.
En la torre había alguien.
- ¿Hola?
Silencio.
- ¿Hola?
Ruido de pasos. La puerta de enfrente se abría.
Se encontró cara a cara con su propia imagen. El mismo pelo cano, los mismos ojos grises, la misma perilla incolora, hasta la túnica era idéntica.
- ¿Quién eres? - Inquirió el filósofo
- No soy tú. - Respondió su doble.
- ¿Ya ha finalizado mi tiempo?
- Sí, ya lo sabes todo. Ahora tienes que olvidarlo. No te preocupes, yo ocuparé tu lugar.
El doble del filósofo subió por la estrecha escalera de caracol dejándole solo, como siempre había estado.
Se acabó.
El filósofo volvió al Muro para comprobarlo. Era cierto, los azulejos estaban lisos, como acabados de colocar. No había frases, no había preguntas y, por tanto, no había respuestas.
Amanecía. El filósofo abandonó la ciudad y cuando los rayos del sol tocaron su persona se desintegró en mil preguntas.

El médico sostuvo al recién nacido boca abajo mientras le daba un azote en las nalgas. El último recuerdo del filósofo se desvaneció con el primer grito del llanto.
- Enhorabuena - dijo el médico a los preocupados padres. - Es un niño.
Era un niño. El filósofo por fin había logrado nacer.

La música manda:

Fallen Angel (King Crimson)
Expresso Love (Dire Straits)
Lamento Eroico (Rhapsody of Fire)

Más libros, más libres:

El Rey Lear (William Shakespeare)

lunes, 24 de marzo de 2008

La muerte y el niño

- No hay tiempo. Nunca lo ha habido. - Sentenció ella clavando sus ojos vacíos en él.
- Nunca te lo he pedido. - Respondió él tan orgulloso y alocado como siempre.
- Pues cógeme la mano y vámonos de una vez. - Se enfureció ella.
- No, aún no. Al menos me debes una última cosa.
- ¿El qué?
- Un baile, un abrazo y un beso.
- Eso son tres cosas.
- Te prometo que con el beso nos iremos.
Ella asintió casi a regañadientes, pero lo cierto es que le apetecía. Tenían todo el tiempo del mundo porque el tiempo no existía.
Y se abrazó a él. Le rodeó la cintura con ambas manos mientras bailaban una danza imposible y, precisamente por eso, perfecta.
Ella era la frialdad solitaria de la muerte, la merma constante de la enfermedad, la tristeza inevitable de la desesperación, la amargura irreparable del vacío y él se había empeñado en llamarla, en unirse a ella, en fugarse con ella.
Ella, que nunca permitió que nadie se le acercase, cayó rendida ante él.
Porque él era el sabor intangible del idealismo, el ardor irrevocable de los sentimientos, el candor egoísta de la niñez, el estallido salvaje de la vida y ella se había empeñado en conocerle, en descansar en él, en desnudarse para él.
Él, que siempre pudo ponerle fin a todo lo que inició, esta vez a ella no consiguió pararla, y tampoco quería.
Bailaron. Mientras bailaron, sonó la música más profunda del mundo que nacía del movimiento sincronizado de sus cuerpos.
La música contó cómo los extremos se buscan y se funden formando un círculo sin principio ni final, cómo todos los que hemos nacido niños, morimos siendo niños aunque tengamos más años que las estrellas y cómo la muerte no es más que la cualidad más universal y humana de la existencia, odiosa y fascinante por su inevitabilidad.
El baile acabó y la música se detuvo.
Se abrazaron. En ese abrazo se conocieron por primera vez sin mentiras y sin espejimos. El fue la pregunta y ella la respuesta. Ella fue la sangre y él el corazón.
Juntos, por fin. Dio igual si por un segundo o por diez eternidades, juntos. Juntos.
Se besaron. El niño besó a la tentación, así se convirtió en adulto.
La desesperación besó a la vida, así nació la esperanza.
Y se desvanecieron en el aire, porque la comprensión sólo dura una décima de segundo pero marca para toda la vida, porque al alcanzar lo que más deseamos, nos disolvemos a manos de otra persona, de nosotros mismos o de una idea, pero desaparecemos.
No importa. El tiempo no existe y la desesperación en nuestra vida, sólo puede traer la muerte o la esperanza.
Las dos son igual de buenas, sólo nosotros las hacemos horribles. Porque nunca aprendemos.

La música manda:

Everything louder than everything else (Meat Loaf)
Happiness (Grant Lee Buffalo)
Bat Out of Hell (Meat Loaf)

Más libros, más libres:

Nuestra Especie (Marvin Harris)

sábado, 15 de marzo de 2008

Ligero sabor a sonrisa

A lo largo de estos meses me he dedicado a destapar lo horrible de nuestra sociedad y lo despiadado que hay en cada uno de nosotros, pero en esta vida tan breve también hay tiempo para pequeñas gotas de optimismo y alegría.
Este post trata sobre las pequeñas cosas grandes que me hacen sentir bien, porque incluso la infelicidad y la amargura sonríen de tarde en tarde:

Cerrar los ojos y fundir mis sentidos con una de las mil canciones y obras musicales que conozco, lograr durante un segundo ser uno con las notas y con la voz y con los instrumentos, es casi como si te atravesarán el corazón con el abrazo más potente y dulce que existe.

Los labios de la persona que amas rozando los tuyos y presionándolos suave y sinceramente. Su aliento arropando el tuyo como si fuera el comienzo del mundo, justo esa milésima de segundo que antecede a la inevitable lujuria. Esos besos son los que nos hacen aún más humanos, en esos besos nos encontramos a nosotros mismos en otra persona y, como todo lo bueno, son demasiado escasos.

Aprender algo que no sabías y que cambia algo dentro de ti. Conocer una idea que de repente relaciona otras ideas dispersas en tu mente y construyen un cuadro muy hermoso porque dotan de sentido al mundo o a ti mismo, cómo podías no haberlo visto antes si parece que lleva ahí desde siempre. Y te vas completando y evolucionando y creando como una espiral gigantesca de sentimientos y conceptos que siempre va a más.

La sensación de calor del sol en una mitad de tu cuerpo y la de frío en la otra. Pequeña ambivalencia que se encuentra en el centro de tu pecho haciéndote sentir parte minúscula de un planeta inmenso y a la vez perdido en al amplitud del universo.

El grito de furia, rabia o placer explosivo que te hace sentir tan vivo como fuerte es su sonido. Esos gritos que definen nuestra esencia primordial y que duran mil años en cinco segundos, que te liberan de cadenas materiales y espirituales, que expresan deseos y frustraciones a la vez, que expulsan nuestra alma fuera para vaciarla y llenarla de nuevo con una independencia interminable.

Podría seguir así bastante tiempo, pero creo que me estoy volviendo cursi y redicho y no lo soporto. En realidad cualquier idea, objeto o persona capaz de despertar nuestros sentidos aletargados proporciona las pequeñas maravillas que nos provocan sonrisas, importancia a nuestros ojos, placer y éxtasis.
Yo tengo las mías y cada uno las suyas.
Conozco gente a la que le gusta decir que la felicidad es un camino no una meta. Yo prefiero expresarlo diciendo que la vida no tiene sentido, sino que hay que dárselo y son las cosas que acabo de decir junto con las que me guardo (buenas y malas) las que le dan el sentido a mi vida y, por extensión, a mí mismo.

La música manda:

Beautiful Day (U2)
The Swans (Väinö Raitio)
Outcast (Mike Oldfield)

Más libros, más libres:

El Ultimo Deseo (Andrzej Sapkowski)

Vida ¿a cualquier precio?

Alzad vuestra mirada en derredor, veréis que hay muchísimos ancianos, muchísimas viejecitas adorables.
Este país se vuelve viejo. Si no fuera por la inmigración, esta nación pronto dejaría de estar habitada.
Sería fácil entrar en un discurso eugenésico afirmando que los abuelos son una carga pesada para el estado, que no tienen utilidad en nuestra sociedad, que muchos de los recursos que se destinan a ellos se traducen en menos becas, menos subvenciones y menos viviendas de protección oficial para jóvenes; pero no es esa mi intención.
Detesto lo que hicieron los nazis eliminando a los elementos inútiles para su sociedad y antes que los nazis, los estadounidenses y antes, los griegos. Ningun grupo humano puede ser capaz JAMAS de decidir el destino de un individuo y mucho menos su muerte.

Lo que intento hacer ver es el camino que nos ha llevado aquí y sus consecuencias.
Hoy tenemos la mayor esperanza de vida de la historia del hombre, eso es indiscutible, pero ¿con qué calidad?
La medicina está lejos de proporcionarnos la inmortalidad (gracias sean dadas a los cielos), sólo ha avanzado en alargar la vida de forma automática y denigrante, con miles de pastillas y revisiones, ignorando los deseos del paciente y su calidad de vida.
Tenemos que vivir cueste lo que cueste, aunque estemos aislados y solos en nuestros pisos minúsculos con nuestras pensiones irrisorias, aunque suframos una enfermedad degenerativa que al final nos matará y que lo que hace es quitarnos lentamente la alegría y la ilusión, aunque nos achaquen miles de dolores y no disfrutemos del sol, aunque seamos una condena para nuestros hijos porque ya no les reconocemos, aunque nos meemos y nos caguemos encima.
¿Por qué?
Por miedo a la muerte sobre todo, por educación moral y religiosa casi siempre.
Lo desconocido aterra y ni siquiera la ferrea fe en cualquier dios elimina eso. Tenemos miedo a desprendernos de la vida por puro instinto, por la necesidad de autoconservación, incluso a pesar de que lo que vivamos sólo sea un espejismo de existencia. Afortunadamente a lo largo de los milenios hemos desarrollado un cerebro espectacular que nos permite evaluar las cosas desde una perspectiva muy avanzada y podemos tomar decisiones basadas en la mayor ventaja para nosotros. Hay formas de morir indoloras.
Entonces ¿por qué persistimos en vivir cuando tenemos la vida resuelta con 88 años, artrosis galopante, cáncer de colon y fase 2 de alzheimer?

El cristianismo y la mayoría de las religiones condenan el suicidio. A los suicidas sólo les esperan torturas horribes, infiernos inenarrables. Quizá habría que analizar esto desde una perspectiva antropológica e histórica y ver cuál era la esperanza humana de vida en los albores de estas religiones, quizá al hombre se le necesitaba vivo para poder perpetuar la especie, quizá la tierra no estaba tan jodidamente superpoblada y carente de recursos como está ahora.
Sea como sea, hemos heredado esto y nuestro aprendizaje moral condena quitarnos la vida, aunque, dependiendo de la perspectiva, sea el acto más heroico que pueda hacer una persona a lo largo de su ciclo vital. (Vease historia de Roma)
Si vivimos en una sociedad tecnológica y económicamente avanzada, si además la muerte nos aterra y encima nos han educado en la condena del suicidio, tenemos el resultado actual.
Hay muchos ancianos repletos de vida que quieren y necesitan vivirla, adelante, posibilitémosela.
No obstante, también hay ancianos vacíos, muertos ya en vida, atrapados en enfermedades y barreras sociales que no soportan y, si no somos capaces de reeducarles ni de proporcionarles los recursos económicos, sanitarios y sociales necesarios, por el amor de Dios, dejémosles al menos elegir la forma en la que quieren morir.

Sé que es muy fácil hablar de esto cuando se está lejos de esa edad y de esas circunstancias. Puede que yo me comporte de forma contraria a como estoy aconsejando. Tal vez sea el más cobarde de todos y alargue mi vida hasta que el corazón me reviente, pero mi deseo sería tener la fortaleza suficiente para cuando llegue a ese momento, poder evaluar conscientemente mis posiblidades y tomar la decisión de experimentar todo lo que me he autoprohibido por miedo a sus consecuencias (todo tipo de drogas, hacer puenting, hasta decir lo que pienso sin ningún tacto).
Todo eso sólo puede decirlo el tiempo que ya sabe la respuesta.

La música manda:

En Saga (Sibelius)
Dude looks like a lady (Aerosmith)
Spooks in the attic (Edguy)

Más libros, más libres:

El Pirata Garrapata (Juan Muñoz Martín)

viernes, 14 de marzo de 2008

Biología, mente, cultura, todo relacionado

Antes de leer este post recomiendo encarecidamente que veais estos videos:

http://www.youtube.com/watch?v=rIfAFA80IN0
http://www.youtube.com/watch?v=WFdANkfd-Cs
http://www.youtube.com/watch?v=8TLY1Jacn4g

¿Qué os han parecido? Puede que os hayan dejado indiferentes, en ese caso dejad de leer. O bien, puede que os haya cambiado la visión tradicional que teníais, entonces, bienvenidos.
Personalmente lo que más me ha chocado ha sido la idea de que quizá nuestros estereotipos sociales no sean producto de nuestra cultura, sino que nuestra cultura refleje nuestra biología y, por tanto, los estereotipos sociales existirían previamente.

Tenemos un determinado tipo de cerebro que nos hace percibir la realidad de cierta manera, luego nuestra realidad subjetiva como especie y como entes individuales no es la única. De esta idea se desprenden un gran número de implicaciones inquietantes:

Para empezar aporta apoyo empírico a la corriente constructivista que afirma que la realidad no se conoce, se construye y, entonces, es única para cada persona, de tal forma que es imposible comparar un sujeto con otro, una vida con otra, una mente con otra. Moralmente no sé podrán juzgar las conductas y las percepciones de otro puesto que está viviendo una realidad diferente. ¿Es justo entonces que haya un sistema de justicia tipificado, entre otras cosas? (Los vídeos también intentan aclarar esa cuestión al afirmar que el individuo puede aprender a controlar acciones consideradas indeseables, pero yo voy casi al argumento filosófico, no al práctico).

Además brinda argumentos a favor de la abolición de la psiquiatría biológica como profesión, ya que esta rama de la medicina se centra en el estudio de las enfermedades mentales como enfermedades del cerebro y presupone cerebros y realidades iguales para todos los individuos. Sus tratamientos consisten mayoritariamente en "normalizar" a las personas (eliminan los síntomas que consideran negativos, pero los pacientes a su vez pueden considerar esos síntomas como positivos y, de hecho, en todos los casos, los síntomas surgen como intento de adaptación del individuo a su medio social, mental o familiar. Si se les quita ese colchón y no se les dota de otras habilidades o estrategias, estamos condenando a la persona y no sanándola)

Esas sólo son dos de las implicaciones que veo, pero hay muchas más: pone en tela de juicio los códigos morales, los sistemas políticos, nuestros principios más internos, nuestra idea de la religión, aporta una nueva visión del arte (¿creación, reflejo biológico o ambas?) etc, etc. Nos hace vernos desde dentro a fuera cuando estamos acostumbrados a ver el mundo y la realidad de fuera a dentro. Creo que por eso me asusta tanto y me atrae aún más.

El ser humano necesita dividir el conocimiento para empezar a comprenderlo. Al principio la Filosofía explicaba todo, pero posteriormente, al ver la complejidad del mundo, hubo de ir partiéndose en disciplinas diferentes pero siempre complementarias (física, química, medicina, antropología, psicología, geología...) Me parece que hemos perdido de vista que el objetivo es comprender nuestro mundo, nuestro universo y a nosotros mismos y no defender con uñas y dientes lo que nos han enseñado en la universidad (el médico sólo defiende explicaciones médicas, el psicólogo, sólo psicológicas, etc.).
Es seguro que nuestros ojos no lo verán, pero si el hombre perdura como especie mucho más tiempo, llegará el día en que todo se vuelva a unificar y podamos ver el cuadro completo y no sólo ligeros trazos. Pero podemos empezar ahora ese camino trabajando interdisciplinarmente, abriendo la mente a otros conceptos que no nos planteábamos y eso es lo más complicado. Si lo logramos, estaremos a punto de conseguir nuestra meta.

Si quieres ser libre, tienes que empezar a ver la realidad de los demás con los ojos de los demás, cuando las valores tanto como la tuya propia, poseerás infinitas posibilidades para elegir ¿y no es la libertad la capacidad para elegir? Sin embargo, eliges mal si sólo conoces una pequeña parte de las opciones reales que existen.
En ese punto estamos ahora.

La música manda:

I´d Do Anything For Love (Meat Loaf)
Telegraph Road (Dire Straits)
Quietly (Guano Apes)

Más libros, más libres:

El Conde Lucanor (Don Juan Manuel)

lunes, 25 de febrero de 2008

Prometo prometer

Parece un aquelarre despiadado.
Los unos se pisan a los otros, desangrándose con argumentos vacuos y palabras vanas, es la apoteosis de la estupidez, justo como si el hombre involucionara en simio y este en un ente sin conciencia.
Esa es la definición de nuestra democracia. Esto es lo que hemos elegido y quizá sea lo que nos merecemos por imbéciles, por superficiales, por ignorantes.

Ahora se acerca el momento de renovar los votos, de otorgar el poder de nuestro gobierno a personas peores que nosotros. Son psicópatas sin empatía ¿cómo si no llega uno a la cumbre de la mentira en un sistema hipócrita?
Son unas furcias viejas y ajadas que no saben cómo maquillarse para poder entrar por los ojos y obtener unos cuantos clientes desesperados que puedan pagar su droga mil veces cortada.
Son una lacra, la mayoría dice que necesaria, yo pienso que han surgido con el poder de perpetuarse a sí mismos; el sistema les alimenta. Dan igual las ideas y los colores y el nombre del partido y los valores y las necesidades, ellos ganan siempre y nosotros siempre perdemos.

El voto es un derecho, pero es inútil. Si todos son iguales, si todos nos joden ¿de qué sirve votar? Sólo los idealistas o los fanáticos creen en la necedad del gobierno del pueblo. Ambos tipos de personas son peligrosas.

Prometen y prometen y vuelven a prometer mientras seguimos igual. Caminamos renqueantes como el aventurero sin agua perdido en el desierto, y lo poco que avanzamos no es gracias a ellos, sino a nosotros mismos, siempre gracias a nosotros.

¿Cómo podemos definir nuestra cultura como libre si siempre estamos gobernados? ¿Cómo han podido convencernos esa piara hedionda de que nosotros decidimos?
Puede que tú decidas el papel que metes en el sobre, pero tú no eliges todo el elenco de gobernantes y si aún así lo haces, eliges sin pensar.
¿Qué sabes del tío que llega al poder? Sólo su fachada, su imagen pública. No conoces sus motivaciones, ni sus deseos, ni su currículum, ni sus emociones, ni sus gustos, ni su entorno.
Si no te fías de quien te intenta vender un producto innecesario ¿cómo puedes fiarte de quien intenta venderse a sí mismo?

Sólo porque la dictadura sea el infierno no quiere decir que la democracia sea el cielo, ni siquiera se aproxima al purgatorio.
Para ser presidente del gobierno sólo hace falta ser español y mayor de edad (y tener padrinos y dinero y pertenecer a uno de los partidos mayoritarios y pisar cabezas como el que exprime uvas y ser de todos y de nadie y aliarse con los poderosos para que el sistema no cambie y prometer para no cumplir...)

Políticos desalmados, os odio. Diputados podridos de poder, os detesto. Votantes necios y culpables, os maldigo.

Es una lástima que la persona por ser incapaz de gobernarse a sí misma, necesite gobernar a los demás.

La música manda:

Los Planetas (Gustav Holst)
Happy Ending (Mika)
Erotomania (Dream Theater)

Más libros, más libres:

El Paraíso Perdido (John Milton)

sábado, 23 de febrero de 2008

En la cima

Ayer fui el rey del mundo.
La sensación de conseguir algo que has anhelado con todo tu ser, algo por lo que has trabajado sangrando cada paso, es: i n d e s c r i p t i b l e.
Es provisional, claro, como todo en la vida. Sin embargo, si los dioses y el azar lo permiten, será definitivo, como todo en la muerte.

Ayer fui el rey del mundo.
La rueda gira de la misma forma en una carretera diferente. Hacía tiempo que no veía un horizonte tan amplio, tan claro. Me siento como el hombre que jamás ha tocado el fuego. Sabe que puede dañarle, pero la fascinación es demasiado poderosa.
La quemazón me hará sentir vivo. Y me lanzo, aunque no sepa lo que aguarda abajo.

Ayer fui el rey del mundo.
No se me ocurre una forma más perfecta de ganarse la vida que obteniendo un empleo que logre expresar tu alma. Está mal pagado, hay demasiada responsabilidad, pero puedo crear, reparar, inventar, descubrir, aprender, investigar, crecer y, sobre todo, mi esencia manejará mi trabajo y no al revés.

Ayer fui el rey del mundo, hoy soy el principio del Tiempo.

La música manda:

Christ. 0 (Vanden Plas)
Barbarian Horde (B. S. O. Gladiator)
Entre Dos Aguas (Paco de Lucía)

Más libros, más libres:

El Espejo en el Espejo (Michael Ende)

miércoles, 20 de febrero de 2008

Pensamientos IV

Dulce, malsana y bienhallada inseguridad.
Destroza por dentro y a la vez te hace sentir vivo, demasiado quizá.

Tu pasado te arrastra hacia un presente tan inestable que el futuro no puede ser nada más que un espejo frente a otro.
Aún intento asimilar no ya el sentido de la vida, sino que estoy inmerso en ella.
Solo soy sangre, agua y entrañas que toma decisiones, que lucha contra sus consecuencias, que intenta no estar definido únicamente por circunstancias.

Toda elección supone siempre una ganancia y una pérdida, las más difíciles de tomar son aquellas que no conllevan una pérdida para ti, sino para otros.
Acepta eso y serás un desalmado, acepta eso y serás un egoísta, acepta eso y seguirás sin tener nada claro, pero al menos serás moralmente consecuente.
Aunque, bien mirado, puede que no importe en exceso.

Salir, huir, aullar, reventar, enfrentarse, enloquecer, cualquier opción es válida.
No tengo ninguna doctrina que impartir ni tampoco ningún auditorio que me escuche, siempre fui demasiado simple, demasiado pueril.
No aprendí nada, no supe notar ni aprovechar el momento. Fui un lamento sostenido en la garganta de la angustia y soy los restos de impulsividad delirante del último deseo del niño que al segundo siguiente deja detrás la infancia.

AAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Como dijo Daniel: "Siempre seremos más humanos de lo que desearíamos ser"

La música manda, hoy monotemático:

The Piper never dies (Edguy)
Wasted Time (Edguy)
The Pharaoh (Edguy)

Más libros, más libres:

La Ilíada (Homero)

domingo, 10 de febrero de 2008

¿Te estás volviendo loco?

¿Te sientes tremendamente triste? ¿Sientes que siempre es lo mismo hagas lo que hagas? ¿Que no controlas tus acciones a pesar de emplear tremendos esfuerzos?
¿Que todo está ya definido? ¿Que el camino ya está marcado y recorrido miles de veces?
¿Te estás volviendo loco?

No te precoupes. Tu mente te advierte así de que eres más libre de lo que crees. Tú te cuestionas las cosas, quieres lograr tus deseos, consolidar tus impulsos, sólo que por ahora te lo impiden.
Estás en una etapa intermedia entre la ignorancia y la evolución. Es mucho más dura que ellas porque entran en juego montones de variables: el tiempo, tu resistencia, el medio, tu cultura... Mucha gente se ha quedado en ese limbo para siempre.
Pero sabemos que eso no nos pasará a nosotros y si al final sucede, habremos abierto un camino diferente hacia la autorrealización, hacia nuestra propia identidad.

Estamos condenados a morir hagamos lo que hagamos. Condenados a desear, sintamos lo que sintamos. Condenados a existir queramos o no. Condenados, condenados, condenados.
¿O no es una condena? ¿Es quizá un privilegio o tal vez una forma de ver las cosas?
Todo es uno. Todo está relacionado de una forma u otra, desde el jueguecito de relacionar en seis pasos cualquier actor con Kevin Bacon hasta la conexión hasta ahora nunca vista entre los latidos del corazón y el movimiento de los planetas.

Somos los cruzados de la verdad y es cierto que ella es una amante que no corresponde. Casi siempre es más dura de lo previsto y al final no acaba de desvelar sus secretos dejándonos aún más en la ignorancia de lo que previamente nos encontrábamos.
Los que estudiamos carreras universitarias y una vez finalizadas seguimos ampliando, estudiando o metiéndonos en otras no tenemos trabajo, nuestro futuro es tan incierto que duele. Sin embargo compartimos la maldición de ver el mundo un poco más como realmente es, de percibir relaciones entre conductas y hechos, entre el tiempo y la vida. Eso ya está en nuestra sangre.

Nuestra condena es nuestra bendición. No hay término medio, como siempre.

La música manda:

Finlandia (Sibelius)
The Warrior (Scandal)
La consagración de la primavera (Stravinsky)

Más libros, más libres:

Los cantos de Maldoror (Conde de Lautreamont)

martes, 22 de enero de 2008

Los gordos merecemos morir

No hay pantalones de mi talla. Es lógico, puesto que por lo visto el hombre adulto medio gasta entre la 34 y la 44.
Pantalones de la 34, ¡de la 34! Jajajaja, es para desternillarse. A partir de la 40 lo podría entender, pero es demasiado. Juraría que en esa prenda no cabe ni siquiera un niño, bueno quizá si lleva diez años sin probar bocado.
El mensaje implícito que tú, como gordo cabrón te tomas, es el siguiente: No hay pantalones de mi talla porque no soy normal, soy sólo un gordo asqueroso que no merece respeto, soy esclavo de mi voracidad insana, soy horrible, por eso nadie me acepta (eso quiere decir que tú no te aceptas), dios, qué asco doy.

Como la gran mayoría de las cosas de la vida, esto tiene más implicaciones de las que se dejan entrever a simple vista.
Los trastornos de la conducta alimentaria, y su estrella, la anorexia nerviosa, sólo existen en el mundo occidenal (u occidentalizado) y, sobre todo, en mujeres, aunque en los últimos años ha habido un notabilísimo incremento en varones.
La sociedad nos inculca un IDEAL de belleza. El problema es que en ese ideal de belleza van incluidos otros "privilegios" como aceptación social, éxito, dinero, estatus... Curiosamente todos externos a la propia persona.
Todos ansiamos eso, por la sencilla razón de que no encontramos en nosostros mismos la seguridad, la autoestima y la visión objetiva suficiente para separar lo real de lo absurdo.
Es probable que te hayas criado en una familia que te ha inculcado esos valores desde pequeño y entonces seas un poco más fuerte que los demás, pero la adolescencia, la presión grupal y una educación deficitaria en la propia aceptación pueden desencadenar no ya un trastorno, sino una inseguridad perenne que no tiene connotaciones clínicas, pero que te incapacita en el día a día.

Además la propia cultura occidental se contradice.
Por un lado te exigen estar delgado, con una determinada estatura y en una determinada proporción. Por el otro, te quitan todo tu tiempo en trabajos mal pagados que exigen estar sentado ante un ordenador, un teléfono, en un coche... Al no tener tiempo tienes que comer comida basura hipercalórica, al estar sentado todo el día no puedes hacer ejercicio. Conclusión, o tu metabolismo es estar delgado, o engordas.
Al engordar, tu autoimagen entra en contradicción con el ideal de belleza occidental, eso te provoca malestar. Al no encontrar pantalones de tu talla, se activan los sentimientos de inferioridad e inseguridad que te van marcando y retroalimentándose a sí mismos.

¿De quién es la culpa? De ambos. Nuestra y de la sociedad.
De la sociedad porque ensalza belleza irreal. Por que nos dice a quién debemos considerar digno de admiración y a quién debemos marginar, qué mujeres son bellas, qué hombres son apolíneos y quiénes merecen nuestro desprecio.
Nuestra porque tomamos como ley esa belleza. Le prestamos toda nuestra atención y la promocionamos a costa nuestra. Si nosotros nos salimos de esa estrechísima franja, nos odiamos. Ni siquiera nos planteamos que eso no puede ser así, lo damos por supuesto y nos flagelamos por no ser así, por ser sólo como somos.

Aún podemos inventar nuestras propias normas. Cada uno de nosotros puede saber perfectamente lo que para él es bueno o malo. Dejemos de dar dinero, atención y, sobre todo, credibilidad a los valores vacíos que promulga el "bello" aspecto físico (el tiempo se encarga de ajarlo de una forma mortalmente eficaz) y a las empresas que favorecen esos valores porque viven de ellos.

Somos dueños de nuestra propia imagen, de nuestras propias leyes y de nuestro propio éxito. Porque el único éxito que cuenta es estar en paz contigo mismo.

La música manda:

Iota (Hevein)
Chamber Symphony Op. 110 bis (Shostakovich)
Who Wants To Live Forever (Queen)

Más libros, más libres:

Mentira (Enrique de Hériz)

miércoles, 16 de enero de 2008

El sendero de Rogers

Dos días faltan para ponernos delante del pelotón de fusilamiento y sólo nos dan una oportunidad para convencerles de que nuestra vida merece ser salvada. Quizá sea muy exagerado para un examen, pero nosotros sabemos cómo es, ¿no?.

Este post va especialmente dedicado para vosotros que me leeis y que estais en la misma situación (La tetería ha sido nuestro templo del conocimiento, gracias simulacros CEDE). Pues eso, esto va para vosotros.

Quizá penséis que no es muy adecuado lo que voy a decir, que ahora la cabeza debe estar puesta exclusivamente en el sábado y en el examen, pero creo que me entendereis.
Todo un año estudiando, pensando en el día "D", soñando con él, tejiendo nuestra vida, nuestras emociones, nuestros proyectos en torno a él. Hemos estado tan obsesionados con él que cuando llegue sólo será una sombra de la imagen exagerada de nuestro miedo. Ahora que el tiempo se agota, que sólo queda una carta por repartir os invito a que hagáis una reflexión.

Rogers afirma que la propia experiencia es nuestro marco de comparación para todo, que la experiencia personal es la que posibilita alcanzar nuestra propia verdad y ¿no es ella la más cierta de todas las verdades?
Todos queremos una plaza, MATARÍAMOS por ella, pero también sabemos que la mayoría debe quedarse fuera.
Por eso mi reflexión es la siguiente.
Sabemos más.
Conocemos más.
Claro que queremos plaza, pero nuestra forma de ver la vida y nuestra experiencia ha cambiado, quizá de una forma tan sutil que ni siquiera la percibamos, sin embargo ahí está.
Sé que eso no nos abre puertas, que no nos da de comer y bien pudiera parecer el consuelo del perdedor antes de empezar la partida, pero para mí es muy importante.
La muerte nos alcanza a todos, muy probablemente cuando no la esperemos. Mi anhelo es encontrarme en paz conmigo mismo cuando ella me bese y la autorrealización es el camino para obtenerlo.
La sociedad en la que vivimos se empeña en ensalzar nuestro estatus casi exclusivamente con metas laborales y económicas.
Mi meta es la comprensión, es el conocimiento por el conocimiento, es experimentar la vida al máximo para entenderla, es estudiar, es crecer mentalmente, es construir mi norma moral basada en mis creencias, en mis lecturas, en la conjunción de mi experiencia con mis principios.

Para eso me ha servido este año improductivo y para eso me servirá el examen tanto si me dan plaza como si no. No nos evalúan, para eso ya estamos nosotros mismos.
Esto es sólo un trámite.
Nos vemos en la tetería.

La música manda:

Don´t Stop Believing (Journey)
Cello Sonata Op. 40 (Shostakovich)
Another Brick In The Wall Parts I, II y III (Pink Floyd)

Más libros, más libres:

El Proceso de Convertirse en Persona (Carl Rogers)

miércoles, 9 de enero de 2008

Dulce inocencia infantil

Pobres infantes prepúberes que no saben lo que hacen.
Pobres menores de edad que deben ser protegidos y dejar sus errores sin castigo.
Pobres preadolescentes.
Pobres mientras golpean a un profesor 20 años mayor que ellos, pobres mientras vejan a sus compañeros en grupo, pobres mientras provocan, insultan, destrozan a la vez que sus padres les colman de atenciones y de regalos.
Pobres mientras humillan grabando sus animaladas en los móviles último modelo con que sus amantes progenitores han tenido a bien obsequiarles.

Esto no es serio. Es guasa, mofa y burla a nuestra inteligencia y a nuestro sentido de la justicia.
A partir de los 10 años puede considerarse a un niño MORALMENTE RESPONSABLE de sus actos (salvo deficiencia psíquica justificable).
Saben perfectamente lo que está bien y lo que está mal. Saben qué deben y que no deben hacer.
A no ser que no conozcan los límites y ahí es donde entran a jugar la mayoría de los padres modernos.
Queridos padres, si sois estúpidos, dejad de engendrar perversos polimorfos. A un niño no se le educa delante de la tele, no se le educa delante de una consola. Un niño precisa de atención continuada, de educación las 24 horas del día en temas tan importantes como el respeto, como el aplazamiento de lo que se desea, como el empleo del lenguaje adecuado en vez de los puños... Por eso un niño cambia la vida.
Si no sois capaces de eso, usad condón, haceos la vasectomía o la ligadura de trompas, abortad, pero no nos carguéis al resto con el producto de vuestra irresponsabilidad y, por favor, no tengáis los santos redaños de solicitar ayudas sociales porque vuestro hijo/a os salga rebelde, drogadicto, delincuente o psicopático.
Queridos gobernantes, un niño necesita saber que sus malos actos serán VERDADERAMENTE castigados. Es verdad que no hay que condenarles a trabajos forzados, pero destrozar el alma, la autoestima y la vida de otros niños y adultos debería saldarse con algo más que con nada.

Por cierto, darle una bofetada a un niño si es proporcional a lo que ha hecho y justo después de hacerlo (no 2 horas después) e informándole de por qué se le da, ayuda bastante.
No hago apología del castigo infantil, hay que evitarlo siempre que se pueda, pero cuando las circunstancias lo exijan NO ES MALO.

La música manda:

None of Us Are Free (Solomon Burke)
O Cessate di Piagarmi (Scarlatti)
Music For a Nurse (Oceansize)

Más libros, más libres:

Vacas, cerdos, guerras y brujas (Marvin Harris)

domingo, 6 de enero de 2008

Desafinados

Así están los directivos de la SGAE, los que cortan el bacalao, completamente desafinados.
¿Creeis que voy a renegar de su famoso canon digital? No, eso es un insulto tan evidente que no hace falta mencionarlo, aunque está relacionado con el tema.
Muchas "personalidades" forman parte de esa mafia descastada, pero mi bilis va dirigida de una manera muy especial a esa especie de esperpentos anodinos que se autodenominan músicos.
Por citar sólo algunos nombres: Miguel Ríos, Ana Belén, Victor Manuel, Joan Manuel Serrat, Ramoncín, Luis Cobos... Y así hasta eternizarnos.
Estos individuos que tanto han hecho por ampliar las fronteras culturales de España y cuya música incita a escuchar los berridos de una pizarra rascada con un rastrillo de metal para limpiar los oídos, hacen y deshacen. Influyen en la pobre gente que no piensa (o sea en la mayoría) y les arrastra con ellos.

Veamos los currículums musicales de los citados y por qué son conocidos y admirados:

Miguel Ríos: Destrozando con toda su alma una de las mejores obras musicales de la historia. Beethoven estará revolcándose en el infierno (donde van los buenos músicos a seguir la fiesta). Se le llama padre del rock en España. Carcajadas mil. Ya está gastado, caducado y el granadino sigue incordiando con su desfasado "Bienvenidos" y su irritante contribución a ensuciar el gran nombre de Beethoven.
Ana Belén: Bonita voz, sin duda. Lástima que no la utilice nada más que para protestar por estupideces y cantar insulsas baladas con la misma armonía repetitiva.
Victor Manuel: El escudero de Ana Belén en su cruzada de injusticias. Musicalmente, mejor no hablar. Ausencia absoluta de sentimiento en la voz. Creatividad cero (esto será una constante en todos estos entes)
Joan Manuel Serrat: Cargado con su guitarra española a la que a duras penas consigue sacarle tres acordes después de décadas pateando los escenarios. Otro que necesita de la obra de grandes genios para darse a conocer, ensuciando vilmente a Miguel Hernández y a Machado. Seguro que el lo llama "homenaje".
Ramoncín: Ejem. Sin comentarios. En su juventud nos incitaba a que litros de alcohol corrieran por nuestras venas. Supongo que son las secuelas de las drogas lo que habla por su boca. ¿Por qué este tío no sabe ni lo que es una corchea y se cree insignia de la música?
Luis Cobos: El más odioso. Le mete percusión (y además mal) a las grandes obras de la música clásica, dice que "reinventa el género" y a vivir de las rentas. Insultas a los que entendemos algo de esto, Luis. Sin tu contribución la música tendría algo menos de lo que avergonzarse.

Seguro que hiero la sensibilidad de algún amante de estos ídolos odiosos. Seguro que alguien defiende su obra, sus letras y hasta su música. Sentíos ofendidos, eso quiero.
Así se seguirá ocultando que estos elementos tienen una gran participación en derechos de otros autores, en discográficas, en radios...
Se seguirá ocultando que ellos son los que hacen de España el país de la mierda en cuanto a música se refiere. Cortan la creatividad de otros artistas exigiendo el mismo producto en serie de siempre y vendiéndooslo como si fuera la última moda.
Para escuchar buena música debes irte a las discográficas de otros países o a los locales de ensayo, o a los bares de música en directo porque ellos sólo quieren vivir de los derechos de unas partituras odiosas.
La gente sigue llenando plazas de toros y estadios para verlos y sigue alimentando su bolsillo.
Eso es lo que queréis vosotros y eso es lo que tenéis.
Afortunadamente no estoy solo.
La mafia al final se vuelve contra sí misma.

Odiadles como yo les odio y seréis libres. Descubriréis sonidos, melodías, sentimientos que creíais olvidados. Dejad que vivan de su vacío papel pautado, dejad que sólo puedan comer su excremento musical.
Olvidadles y contribuiréis a vuestro desarrollo intelectual y al del mundo.

La VERDADERA música manda:

21st Century Squizoid Man (King Crimson)
In & Out of Love (Bon Jovi)
Sinfonía nº 8 (de los mil) (Mahler)

Más libros, más libres:

El Señor de las Moscas (William Golding)