domingo, 30 de noviembre de 2008

Congreso y crítica

Tres tíos durmiendo en la misma habitación de hotel.
Cogorzas, borracheras, atracones de etilismo y similares (distorsionan el mundo y, a veces, eso es bueno).
Y charlas aburridas sobre la eficacia del tratamiento cognitivo conductual, conductual y sus terceras generaciones sobre las diferentes patologías mentales.
Eso ha sido el congreso de Huelva de la AEPCP.
La verdad es que ha estado genial, sobre todo la parte extraoficial. He conocido a muchos PIRES, facultativos y ponentes. Sí, ha molado.
Bien, antes de pasar a criticar la parte oficial y a riesgo de que algunos de mis amigos me crucifiquen por mi falta de ortodoxia, quiero aclarar algo.
Hay más de 400 psicoterapias y 5 corrientes principales en psicología clínica. Todas convergen, todas tienen el mismo objetivo (resolver los problemas de la persona), pero cada una de ellas pone el énfasis en una parte distinta del conjunto de la vida de la persona.
Por ejemplo, la sistémica se centra en las relaciones familiares, la humanista en la relación terapeútica y en la experiencia vital de la persona, la existencial en la angustia que provoca la vida y la incertidumbre, el psicoanálisis en las relaciones con nosotros mismos a un nivel profundo, la cognitiva se centra en cómo procesamos la información externa y la conductual en lo que hacemos y se observa.
Quizá deberíamos teorizar otra corriente que relacione todo y ponga el peso distribuido en cada factor y así sea capaz de destacar en cada momento lo esencial y lo más importante sin olvidar su interacción (causalidad circular).
Bien. ¿Por qué no me ha gustado la parte oficial del congreso en general? Pues porque todo eran alabanzas a la terapia cognitiva, conductual, a su mezcla y a las hijas de ella, pero cojeaba de algo.
Se hablaba sin cesar de la evidencia científica, de la medicina basada en la evidencia. ¿Pero qué es eso? En psicología no es más que demostrar científicamente que tal o cual técnica reduce de forma clínica y estadísticamente significativa un conjunto de síntomas que, ¡Oh, sorpresa! son los que están descritos en las clasificaciones PSIQUIATRICAS tradicionales. Es decir, síndromes consensuados (es decir, por opiniones de expertos, es decir, medicina basada en la EMINENCIA y no en la EVIDENCIA) sin evidencia alguna de etiología, curso, pronóstico y divertidos modelos de diátesis - estrés que tratan de ser biopsicosociales, pero que, curiosamente, acaban por enfatizar en el principio de todo un reduccionismo biológico que me asusta muchísimo.
Eso se le da de fábula a la terapia cognitivo conductual y sus derivadas, quizá por eso sea la preferida de los psiquiatras biológicos.
Hay otras corrientes que afirman que la sintomatología tiene una función, si eliminas esa sintomatología y no atacas la base que la produce es lógico que salga por otro lado. Dejar de lado tan crucial axioma es uno de los errores de estas terapias.
Otro es que trata de ser un conjunto protocolizado y aséptico de terapia, racional, medible y científico. Pero, como dice otra de las corrientes "Es imposible no comunicar", quizá uno de los postulados que se deriven de esto sea "por lo tanto, es imposible no influir". ¿Qué pasa con la interpretación que hace el paciente de la información que le damos con nuestro propio tono de voz, nuestra propia comunicación gestual? ¿La realidad del propio paciente la pasamos por alto?
Centrémonos en el procesamiento de la información, ¿pero qué pasa con la integración de esa información?
Sin embargo, a mi parecer el error más grave de este tipo de enfoques es su desesperado intento de encontrar una causa que provoque los efectos en las personas aquejadas de sintomatología. La forma cabezota de quedarse anclado en el pasado es evidente, aparece la causalidad lineal.
La psicología científica trata de imitar a las ciencias naturales por antonomasia. No obstante estas ciencias a principios del siglo XX dieron un salto de paradigma y comenzaron a desestimar la causalidad lineal en fenómenos tan complejos como la formación del universo o la interacción cuántica en favor de una causalidad circular donde todo causa todo.
Eso es tan cierto en la psicología como en ellas y, precisamente deberíamos haberlo visto antes que las citadas. ¿Qué fue primero el huevo o la gallina? ¿Qué causó qué cosa? El tiempo y la contingencia son relativos y variables.
Se acusa al psicoanálisis de preguntarse el por qué de todo, su baladí intento de averiguar el origen de todo, pero en eso se parece a lo cognitivo conductual y ésta acaba reduciendo a biología sus postulados (¡hola, modelos de vulnerabilidad - estrés !)
Puede que a estas alturas de evolución y desarrollo humanos no sea adecuado tratar de buscar las causas primeras, sino saltar cualitativamente y ver cómo todo causa todo en una interrelación tan armónica como una sinfonía en su apogeo.