domingo, 23 de mayo de 2010

Pain Of Salvation RULES!!!!!!!!!!

Lo han vuelto a hacer.
Malditos genios envidiables.
Pain of Salvation tiene nuevo disco. POR FIN.

No suelo hacer posts sobre discos, pero este es especial. Quizá se deba a que ha llegado en el momento justo de mi vida. Me encanta sentir cómo la voz de Daniel Gildenlöw y la música del grupo se van entrelazando dulcemente con las emociones que estoy viviendo últimamente.
Jamás un disco sobre desamor fue tan potente, tan verdadero, tan tajante.

La obra maestra en cuestión se llama ROAD SALT ONE y está disponible en una versión estándar y otra limitada. Como soy un friki de cuidado, ya tengo las dos. Por supuesto, me gusta más la limitada porque hay un par de canciones en versión extendida y un tema de regalo que abre el disco; sólo dura 50 segundos, pero son los mejores 50 segundos que he escuchado últimamente. Puro juego de voces al estilo POS (Abreviatura de Pain of Salvation).

I: La música

POS ha llegado a definir la música de su nuevo disco en su página web como "12 temas de grava sudorosa, mariposas de asfalto, caminos inexplorados y decisiones valientes".
No puedo estar más de acuerdo.
Ciertas reminiscencias melódicas de puro rock setentero muy bien conjugadas por los toques pesados y profundos propios de POS. Melodías fáciles de seguir y escuchar que no por ello dejan de poner los pelos de punta.
Me quedo por supuesto con la voz de Daniel y del resto del grupo, los toques de bajo del estribillo de "Curiosity", la batería suave e intensa de "Sisters" y ese gospel desesperado que es "Of Dust".
Vale, no puedo elegir.
Me encanta TODA la música del disco, pero matizo los puntos que por ahora me han atravesado la conciencia.
Además renuncio a traicionar con las palabras lo que sólo se puede captar con los oídos y con el alma. Si queréis experimentarlo vosotros, escuchad el disco.
No os arrepentiréis, es brutal.

II: Las letras

Aún estoy en proceso de traducción y de "empapamiento", pero, para variar, son grandiosas.
Adelanto, como ya he dicho, que es un disco de desamor. Pero no sólo de eso, sino que engloba las reflexiones más profundas que esa situación nos obliga a tener. El lado más pulsional, deseante y angustioso, junto con el idealismo romántico del que el alma hace gala para resistirse al fin del amor. Y la consabida pregunta ¿por qué? toma carne en las palabras que se deslizan durante todas las canciones.
Sentimientos profundos hasta la raíz de su significado, rabiosos, desesperados, agridulces y resignados. Pura pérdida, pura vida.
Es fascinante cómo cada sílaba se mezcla con cada nota para formar ese conjunto complejo que es nuestro lado más oscuro y a la vez, nuestro lado más puro.

El abrazo de los contrarios, de los extremos, eso es, como su nombre indica, Pain Of Salvation. Eso es Road Salt One.

Así que yo me tiro de cabeza de nuevo a buscar, en esa agonía inseparable entre letra y música, mi alma, mi vida y mi yo.

Larga vida a Pain of Salvation.

viernes, 21 de mayo de 2010

¡Joder!

Hoy estoy enfadado por palabras que no llegan,
estoy decepcionado por letras que no existen.
Hoy soy un adolescente enfurruñado
por un deseo frustrado.

viernes, 14 de mayo de 2010

Me confieso, así que dejadme en paz

No soy un intelectual.
Puede que alguna vez lo haya pretendido, igual que una vez pretendí ser músico y una vez pretendí ser psicólogo y una vez pretendí ser escritor y unas dos veces pretendí ser novio.
Utilizo el verbo "pretender" con la significación doble de dos lenguas.
En español "pretender" significa tener la intención de (ser) algo.
En inglés "To pretend" significa fingir.
Así que tuve la intención de ser todas esas cosas a la vez que las fingía.

No soy un buen amigo y tampoco soy un buen novio. No soy un buen hijo y cierta certeza me atraviesa diciéndome que tampoco seré un buen padre si algún día tengo descendencia.
No soy bueno en nada.
No soy buena persona.

Suena a autocompasión. Lo sé porque son infinitas las veces que me he autocompadecido. También diré que ya no me avergüenza, porque no está mal que uno sienta pena de uno mismo. Si ni siquiera puedes permitirte tristeza y compasión contigo mismo, entonces te odias tanto que ya no es humano, sino mortal. La autocompasión puede ser el abrazo de emergencia, el último, antes del desastre. Así que sé perfectamente que suena a autocompasión.
Pero no lo es, y me importa tres cojones lo que penséis si estais leyendo esto.

Digo que no soy bueno en nada, que no soy buena persona por las mismas razones que llevo cuatro años diciendo cosas en este blog. Para expíar mi culpa, para calmarme.

Quizá sólo me haya traicionado a mí mismo una vez aquí, cuando, rompiendo la promesa que me hice de permanecer en el anónimato, difundí la dirección del blog señalándome.
No puedo evitar pensar que lo hice para conseguir halagos y aprobación, pero simultaneamente pagué el precio. Volverme más vulnerable de lo que ya soy.

Me he dado cuenta de lo incomprensible que resulta mi identidad. Mejor dicho, de lo incomprensible para los otros que resulta mi viaje hacia mi esencia.
A pesar de intentar adornarlo con belleza en las palabras o de tratar de provocar estremecimientos con imágenes violentas, al final es ininteligible.
Al final, el tratar de ser aceptado mediante el desentrañamiento de mi alma resulta pueril, estúpido, agotador e inútil.

Así que no soy un intelectual, no soy un buen novio ni un buen amigo, ni un buen hijo ni seré un buen padre.
Porque no soy nada. Porque ninguno de nosotros somos nada. Pero tratamos de pretender y de fingir que somos algo. Nos apoyamos los unos a los otros en una parodia de relación humana. Miramos, cotilleamos y diseccionamos el interior de los otros, pero somos incapaces (malditos cobardes) de asomarnos mínimamente a nuestro propio interior.

Llevo cuatro años gritando que no somos nada. Que la vida y la muerte están unidas sólo porque hay conciencia.
Llevo cuatro años gritando que estoy lleno de odio y que me muero por soltar todo el amor que llevo dentro.
Cuatro años expulsando rabia y llanto en forma de letras y frases.
Llevo cuatro años utilizando este blog como muleta.
Y no sé si esto es el final, no sé si cerrarlo y olvidarlo.
No sé si dejar de hablar de suicidio y experimentarlo de una puta vez como hizo ella.

Porque no me entenderéis nunca. Y me da completamente igual que penséis que es una prepotencia por mi parte, igual que me da completamente igual que penséis que es autocompasión.
Hablé para aclararme, no para gustaros (aunque hubiera sido fabuloso).
Escribí para ordenarme, no para agradaros (aunque a veces también lo PRETENDÍ).

Quizá esto tampoco se entienda. No importa.
No soy un intelectual.
No soy una buena persona.
No soy, joder. No necesito sentir que me crucificáis, prefiero ahorraros el trabajo y hacerlo yo mismo.
Así que ahora dejadme en paz.