Toda boca es un abismo invertido
donde se derrumban las vidas,
las personas, los lugares
en palabras.
Todo pensamiento, una obsesión
en ciernes tratando de apresar
mitades disparejas, insalvables,
imposibles.
Todo hombre es una infancia
puesta del revés,
una adolescencia asesinada,
una fugacidad que se desangra.
Toda memoria es una mordaza,
todo olvido, una promesa
irrompible de repetición.
Todo terror es hijo del odio,
todo dolor, el aullido imparable
de un agujero a medio cerrar.
Toda nada es siempre todas las cosas.
¿Cómo saber cuándo se cruza el límite
si el borde es tan íntimo como transparente?
¿De qué forma puede establecerse
la medida del desastre cuando zozobrar
es la única escala?
¿Existe distancia entre delinearse
y deshacerse?
¿Y entre lamentarse y repudiarse?
Si todos los nichos ya están ocupados
¿dónde mueren los silencios?
¿Cuál es la geometría de la rotura?
¿Por qué solo podemos construirnos
cayendo por el acantilado?
¿En qué dimensión deshabitamos?
¿Desde qué llanto nos nombraron?
¿Desde qué exilio nos nombramos?
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