martes, 19 de agosto de 2008

Criticando al sistema

Lo veo todos los días.
Es muy fácil (además de acertado) culpar a la psiquiatría biológica y a los laboratorios farmacológicos de alentar el concepto de "enfermedad mental" y de identificar los trastornos mentales con "enfermedades del cerebro".
Ese reduccionismo biológico es tan falso como dañino.
Es muy válido para todas las disciplinas médicas, pues casi todo nuestro cuerpo es biología, pero no para la psiquiatría.
Nuestra percepción del mundo, nuestra interpretación de la vida, nuestra mente en definitiva es un elemento emergente que supera a la biología y, por tanto, no es explicable partiendo de su base.
Sobre este tema remito a autores mucho más expertos y más válidos que yo y que fundamentan empíricamente esta postura junto con las causas que la mantienen (Veánse "Modelos de Locura" o "La invención de trastornos mentales").
Además de la psiquiatría biológica y de los laboratorios farmacológicos hay una tercera entidad que juega un papel tan importante como las anteriores en el sostenimiento de un modelo de trastornos mentales basado en la biología, y que lo único que ocasiona es un gasto desorbitado en medicamentos y una cronificación de esas "enfermedades mentales" que jamás remiten y que condenan a la persona a prejuicios constantes en su entorno por el mero hecho de soportar una etiqueta (esquizofrénico, bipolar, límite...)
Dicha entidad es la propia persona. A la que el sistema sanitario denomina paciente y la que se autodenomina enfermo.

Sois vosotros quienes psiquiatrizáis y psicologizáis cada circunstancia que os pasa en la vida.
Ya no estáis tristes, sino que estáis deprimidos. Ya no estáis nerviosos, sino que padecéis de ansiedad.
Negáis las emociones de una forma que hasta resulta cruel. Si se os muere alguien querido, no os permitís sentir pena ni dolor, sólo queréis estar "normales", estar "como siempre" y además estarlo lo más rápido posible.
Sois vosotros quienes exigís una pastilla para "curaros". ¿Por qué? ¿Por qué lo hacéis?
Es más fácil, es más rápido (supuestamente) y, sobre todo, os libra de la responsabilidad de vivir. Os libera de la responsabilidad de aceptar que el cambio reside en uno mismo. Os ahorra el intenso esfuerzo de tener que salir vosotros mismos, el horrible trabajo de crecer, de aprender, de sobreponeros, de concebir las dificultades vitales como inevitables.
Os libera de tener que aceptar la incertidumbre y VUESTRA PROPIA RESPONSABILIDAD.
Vuestra deplorable ignorancia no os hace pensar en los efectos que esa medicación tiene en vuestro cerebro ni en vuestras vidas. No os hace plantearos que esa pastilla más que curar lo que consigue es cronificar, crear dependencia o producir efectos secundarios tan desagradables que es peor el remedio que la enfermedad.
Hemos perdido la esencia de lucha, los valores de resistencia y de aceptación y los hemos sustituido por una comodidad enfermiza, por una evitación de la responsabilidad en nuestra propia vida, por una supuesta felicidad recetable.
Seguid permitiendo que instituciones biológicas continuen inventando nombres técnicos para circunstancias cotidianas, seguid en vuestra apatía y seguid reclamando vuestros derechos como pacientes.
La vida sólo llena al que está dispuesto a asumir su constante incerticumbre y su indudable final.

La música manda:

Umbrella (Vainilla Sky)
Damned (Bon Jovi)
The Best of You (Foo Fighters)

Más libros, más libres:

Shimriti (Jorge Bucay, muy a mi pesar)