domingo, 10 de octubre de 2010

Sobre amor y decisiones

Ha caído el rayo plateado que bordeaba tu sonrisa.
Y ahora la capa ocre de la tristeza arropa la comisura de tus labios.

Y no hay rescate posible en la infinitud laberíntica de nuestro propio ser. Prisión de carne, prisión de sangre, prisión de ego.
Y decidimos. Y volvemos a decidir, pues en eso consiste vivir.
Y tratamos de buscar un motivo a nuestras decisiones, tratamos de darles un sentido y un orden, pues en eso consiste estar cuerdo.
Y llega un momento en que nos arrepentimos de lo hecho y de lo por hacer. Nos arrepentimos de las decisiones tomadas y de las que no tomamos. Y sin embargo, si hubiéramos decidido lo contrario también nos arrepentiríamos. Pues en eso consiste ser libre, en sentirse culpable.
E imaginamos consecuencias maravillosas y odiosas de las elecciones que nos quedan por tomar, pues en eso consiste soñar.
Y tratamos de posponer la decisión para saborear la promesa. Intentamos balancearnos en la lividez de una palabra futura para alcanzar la frontera de lo intangible, pues en eso consiste la esperanza.

Así que decidimos. Porque no podemos hacer otra cosa. Y en la tragedia reverberante del remordimiento lloramos.
Y todas las decisiones tienen que ver contigo mismo, que es lo mismo que decir que tienen que ver con los demás.
Por eso las aventuras de una pareja son inimaginables por lo variadas. Las andanzas de una relación de a dos siempre son un tajo en el alma.

No hay felicidad que no llore de tristeza. Ni tristeza que no sonría de alegría.
Por eso al bailar sobre tu cuerpo a medianoche era el más desgraciado y el más feliz de los hombres.
Por eso al bailar sobre tu cuerpo a medianoche bailaba sobre tu alma, danzaba sobre la mía.

Es una soledad culpable, pero una soledad viva.

Nunca estaremos completos, nunca estaremos repletos, llenos, plenos. Y quizá no sea porque tengamos una falla imposible de llenar. Quizá es que en realidad estamos completos, nacimos repletos y llenos, vivimos plenos; pero lo olvidamos.
Y necesitamos crear abismos de insondable negrura para sentir el latir pulsante de la vida y los deseos.

"Te amo" siempre corta.
"Te amo" siempre asusta.
"Te amo" siempre obliga.
"Te amo" siempre sueña.
"Te amo" siempre vive.

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