viernes, 17 de abril de 2009

Aún no recuerdo mi asesinato

Aún no recuerdo mi asesinato.
Todo... se diluye... en un mosaico de sensaciones.
La perversidad tampoco tiene un rostro definido.
Al esperar pasivamente, al desnudarte en palabras vas muriendo a mordiscos.
Recuerdo llorar callando y callar llorando.
Recuerdo haber buscado un nombre para mi dolencia,
para mi autoconciencia,
para mi vida.
Pero aún no recuerdo mi asesinato.
Nada... define... la brecha mental que no deja de sangrar,
el deseo insaciable que a veces regurgita respuestas,
pues por las venas no corre sangre;
sólo tinta, sólo lluvia.
Las balas de espejo, los puñales de hipocresía te van matando a naufragios.
Recuerdo gritar desnudo y desnudarme gritando.
Recuerdo tener en mis manos, tus manos
en mis ojos, tus ojos
en mi boca, la tuya.
Pero aún no recuerdo mi asesinato.
Todo... se retuerce... en una serpiente de agujas.
En una odisea de remolinos.
Trozos de piezas, fragmentos de fracciones.
Al comerte en latidos, al devorarte en razones vas muriendo en desgarrones.
Recuerdo vivir sangrando y sangrar viviendo.
Recuerdo intentar reirme de la risa,
de lo real y lo personal,
de lo eterno y lo mortal.
Pero aún no recuerdo mi asesinato.
Nada... se inventa... salvo el alma en el alma,
el color en el beso,
la mar en el suspiro y el océano en la caricia.
El diluvio en su sonrisa y el vendaval en su mirada te van matando a tormentas.
Recuerdo arder gimiendo y gemir ardiendo.
Recuerdo fundir el tiempo en tus labios,
descubrir el mundo en nuestra cama,
navegar en tu pelo,
perderte y encontrarte.
Y aún no recuerdo mi asesinato.

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