jueves, 15 de octubre de 2009

¡Maldita Epistemología!

Vale. Cada vez entiendo más a Kenneth Gergen cuando habla (adoptando una posición posmodernista) de la deconstrucción de los conceptos y de la eterna duda (que creíamos haber eliminado con Descartes)que surge a partir de ella.
Una vez más he sido puesto delante de mi ignorancia.
Mis influencias epistemológicas son recientes y paupérrimas (Morin, Foucault, Gergen...), por circunstancias ambientales me he tenido que poner en contacto con un representante muy relevante y capacitado del otro bando epistemológico (escuela inglesa, esencialismo y no-reduccionismo anglosajón).
Y entonces mi mundo se desmorona.
No estamos hablando de conceptos que puedan ser demostrados empíricamente, sino de ideas (casi me atrevería a decir axiomas) donde se origina todo paradigma teórico-científico y su inevitable praxis. Con las consecuencias que en la realidad individual y social conllevan.
Me resisto a abandonar las maravillosas ideas de Foucault sobre las estructuras de poder y su ansia de perpetuidad, así como la tremenda concepción de Morin respecto a la auto-eco-organización de un sistema y la necesidad de una racionalidad auto-crítica.
Esos autores enlazan, de algún modo, con la Poesía; la literatura y la filosofía se conjugan, así como los aspectos sociológicos y psicológicos subjetivos que (ya cojeo de ese pie) el psicoanálisis siempre ha defendido.
El problema es que del otro lado también hay ideas encantadoras (el concepto de intencionalidad y estados mentales, la crítica constructiva al biologismo reduccionista, el intento para mí aparentemente infructuoso de conjugar la postura posmodernista con la esencialista...)
Si no hay nada a lo que uno se pueda agarrar, debido a que no hay datos (sino captos), si partimos de ideas indemostrables porque están dadas por supuestas (podemos demostrarlas en otro sistema de ideas que a su vez tendrá su brecha lógica), ¿cómo decide uno qué opción es la más adecuada?
En mi mente no para de bailar la premisa esbozada por Freud y desarrollada por Lacan que afirma que la actitud terapéutica al final no es más que la adopción de una postura ética.
¿Pasa eso con la asunción de una cierta posición epistemológica?
En el fondo, creo que sí.
Que si no tienes nada a lo que agarrarte, tus principios morales y éticos (influidos por tu mayor o menor conocimiento del tema, biografía y variables sociales y biológicas que, lamentablemente, nunca podré determinar)son lo único que te queda para tomar una decisión.
Cualquier decisión.
Supongo entonces que habrá que desempolvar el desarrollo ético desde la Filosofía Clásica Occidental hasta nuestros días, junto con otros desarrollos filosóficos que, no por ser menos conocidos son menos importantes (Filosofía Oriental, Africana, de cualquier tipo).
No creo que eso nos resuelva la incertidumbre, pero al menos es un sitio por donde empezar a intentar no llevarnos por la corriente de nuestras dudas.
Como decía Morin:
"Quizá haya que empezar a plantear un conocimiento más completo pero menos cierto y olvidarnos de un conocimiento más cierto pero incompleto".

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