lunes, 21 de junio de 2010

Let's talk, let's cry, let's shout.

Hablemos.
Hablemos de las decisiones que pican como arañas venenosas y que te van llenando de ponzoña.
Hablemos de los deseos irrealizables que retiemblan en el fondo de tu esófago. Las emociones que te despiertan te revientan contra el suelo.
Hablemos de las ganas de morir que tenemos los que ya estamos muertos pero condenados a sentir.
Hablemos. Hablemos y lloremos.

Lloremos.
Lloremos por el "sí" que aúlla tu cuerpo y el "no" que envuelve tus palabras. Por la afirmación que siempre me brinda tu desnudez en mi cama y por la negación que siempre cargarás a través de tu vida, de tu mundo. Me dirás que no tantas veces...
Lloremos por el tiempo que sólo pudimos medir en besos y no en minutos, en abrazos y no en horas. Tiempo eterno. Tiempo de carne.
Lloremos por sentir cómo se nos desgaja el cuerpo cada vez que nos unimos. Lloremos por tener que volver a recomponerlo siempre que nos separamos.
Lloremos. Lloremos y gritemos.

Gritemos.
Gritemos por el idealismo que sólo puede dar un amor como el nuestro. Opaco y puro. Desesperado y transparente. Incandescente.
Gritemos por los límites que nos imponemos para mantener en tu caso, una vida plena y repleta de alegría, en el mío, una vida marcada por la oscuridad de un lenguaje sin caricias.
Gritemos porque de alguna forma hay que soltar los millones de unicornios que nos clavan el uno en el otro. Porque tiene que salir por nuestras bocas un orgasmo de nostalgia o una agonía de pasión demasiado efímera para morir en ella.
Gritemos.

Y jamás se me ocurriría culparte.
Pero la frustración y la angustia existen. Poco a poco me van poseyendo y sé que tengo que culpar a alguien.
Pero jamás podré culparte.
Así que me culpo a mí mismo sabiendo que eso me llevará a cotas inexploradas de tristeza y amargura.
Sin embargo he de elegir entre deprimirme o enloquecer.
Quizá no deba precipitarme. Quizá la tristeza sólo prolongue el tono gris de esta separación.
Quizá NECESITE enloquecer.

Hablemos.
Lloremos.
Gritemos.

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