sábado, 20 de noviembre de 2010

Sobre locura, muerte y filosofía

Ayer hablé sobre locura y muerte ante un auditorio cansado.
Ayer desgrané los pensamientos inútiles de mi mente hirviente en deseos respecto a los espejos entre la locura y la muerte.
Traté de explicar por qué para mí ambas eran límites del pensamiento, por qué ambas eran certezas irrenunciables, por qué ambas eran el grito agónico de una individualidad que siempre trata de retornar al grupo.
Cómo explicar que el origen de todas mis reflexiones es el inconformismo. Cómo explicar que la locura y la muerte se desenvuelven en la brecha de mis sueños inalcanzables, de mis deseos frustrados.
Una vez ante otro auditorio cansado (¿o era el mismo?) dije que lo que une una palabra con la verdad de una idea no es la exactitud de dicha palabra nombrando esa idea, sino el sentimiento que provoca, la emoción que sacude. Ese pequeño escalofrío poético que anuda palabra, verdad e idea.
Para mí la Filosofía tiene lo que mi alma anhela.
Por un lado, la verdad. Esa chispa efímera que une conceptos con palabras, decisiones con consecuencias. Fantasía con realidad.
Por otro, y enlazándolo, es la construcción constante.
No hay una sola verdad (gracias sean dadas a nuestro ateísmo todopoderoso como diría Hubert Farnsworth en Futurama) y la Filosofía permite reafirmarlas buscando caminos nuevos, permite destruirlas creando caminos nuevos, permite inventarlas surcando caminos nuevos.
La Filosofía, mediante la lógica (da igual qué tipo de lógica sea), crea el mundo una y otra vez. Deshace y rehace. Elimina y erige.
Hay gente que habla de la adicción del pensamiento y su peligrosidad, y no se equivocan.
Pero muy a mi pesar tengo vocación de artista y carezco de talento. Así que necesito inventar mi realidad constantemente con el fin de buscar ciertos puentes que no se derrumben tan fácilmente.
Por eso pienso.
Porque me gusta vivir en la Tierra Media de Tolkien.
Porque quiero navegar el cielo a lomos de Fujur.
Porque quiero empezar una guerra por los ojos de una mujer.
Y por eso digo lo que pienso.
Porque creo que toda la gente necesita sentirse de vez en cuando como Aragorn frente a los orcos del abismo de Helm, porque quizá necesiten sentirse como Bastián creando Perelín, la selva nocturna, cabalgando a lomos de la Muerte Multicolor. Porque juraría que toda la gente necesita morir por una causa que les trasciende, y eso quiere decir que necesitan vivir en guerra, que necesitan vivir luchando, que necesitan vivir enamorados.
Así que ayer hablé sobre locura y muerte ante un auditorio cansado.

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