martes, 20 de marzo de 2012

Sobre la pulsión

- Hay dos caminos para llegar hasta dios. - Dijo el asesino. - La virtud y el pecado. El primero es el más complicado y tampoco te garantiza su encuentro. El segundo es el más humano y te obliga a enfrentarte a él, ya que si nadie nos juzga, ¿cómo podremos arrepentirnos de nosotros mismos?

- Debes saber también - comentó el violador - que la esclavitud es una palabra soldada a la carne. Otras palabras, si las quieres, deberás tú incorporarlas a tu físico (amor, música, humanidad...), pero esclavitud ya viene cosida a tu cuerpo. Te dirán también que puedes ser libre. Incluso habrá algunos que traten de convencerte de que la libertad es consustancial al ser humano. Pero ten presente que lo más humano siempre porta dos filos, siempre viene en parejas, amor-odio, placer-dolor, luz-sombra, libertad-esclavitud. Recuerda: esclavitud es la palabra que amarra tu cuerpo, que lo suelda y lo traspasa. El único privilegio que tienes, si es que puedes alcanzarlo, es cambiar su nombre, pero jamás borrarla.

- Escucha - susurró el caníbal. - Demasiadas veces oirás que una mujer es respuesta para un hombre y un hombre lo es para una mujer. No olvides nunca que todo lo que las personas entienden por amor es la forma más elegante (y más ignorante) de devorarse a sí mismas. Se comen entre ellos y se quedan cojos, pero si se comieran su propio cuerpo, darían dentelladas de vacío y si se comieran su propio ser, quedarían mudos. Por eso piensan que mejor cojos que muertos de hambre o mudos.

- Ten en mente - gorjeó el loco - que la mayoría de los hombres temen el suicidio aunque sólo sea una palabra, pues la fuerza al lenguaje le viene por su asociación con el acto y la cosa. Lo sé porque he roto el mío para poder hablar en vez de ser hablado. Por eso les doy miedo. Por eso sólo yo puedo hablar de suicidio. Has de saber que si te suicidas, abres un agujero en el mundo. O, más bien, te vuelves del revés y haces que todo el mundo pueda ver tu hueco, tu abismo vacío. Y eso les asusta, porque les haces ver que realmente todos somos vacío y muerte. ¡Ah, se me olvidaba! Sólo hay un suicidio puramente humano y nunca es por otra persona y nunca es por un ideal. El único suicidio que debes permitirte, si es que aspiras a llamarte algún día hombre, es aquel que toma la forma de una carcajada sarcástica. Tu suicidio va a dejar la visión de la rasgadura humana, del agujero que portan todas las personas. Por tanto, debe dejar también tras de sí el sonido de la risa, pero no de cualquiera. Debe ser la tuya.

En el claro se hizo entonces el silencio, sólo cuarteado por el crepitar de la hoguera de corazones. El humo negro tapaba la luna.
El niño miró a los cuatro congregados que le habían regalado generosamente unas palabras que apenas comprendía.
Pero que sabía ciertas precisamente porque le asustaban.
Se levantó y les dio las gracias. Bajó los párpados tratando de ver el camino que le conduciría de vuelta al mundo de los hombres. Ese mundo para el que una persona, ahora ya muerta, había inventado una palabra: "extimidad". Lo más íntimo es lo más ajeno y lo más extraño, lo más externo es lo más íntimo.
El niño no sabía eso, pero lo sentía.
También sentía una profunda pena porque comenzaba a comprender que ser humano consiste en alcanzar el vacío tratando de evitar la muerte o en alcanzar la muerte tratando de evitar el vacío.
Dentro de unos años, cuando hubiera encontrado las palabras adecuadas, ese niño que acababa de conversar con lo que más repulsión y miedo le daba de sí mismo, diría delante de un auditorio agotado, delante de decenas de personas grises que el ser humano está condenado a encontrarse con el deseo cuando persigue la pulsión y a encontrarse con la pulsión cuando persigue al deseo.
Y no hay salida.
Pero hay carne, hay dios, hay suicidio y hay esclavitud.
También hay amor, dirá contemplando esos rostros cenicientos.
Pero creo que ninguno lo habéis encontrado todavía.
Entonces el asesino apagará el micrófono.
El violador beberá un sorbo de agua.
El caníbal recogerá los papeles.
Y el loco bajará del escenario.
Pero será el niño el que responda las preguntas.

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