domingo, 15 de febrero de 2009

En el centro del laberinto

Tras la sensación de eterna incoherencia en la que se convierte, o quizá yo he convertido, mi mundo.
Tras el velatorio por mi amor propio y el funeral de mi autoconcepto.
Tras las críticas vacías que me atacaron. Tras la pequeñez de mi existencia.
Tras la jaula en la que me ha encerrado la vergüenza que jamás dejé de sentir hacia mí mismo.
Tras la estupidez que me define.
Tras el llanto inevitable con el que hablaba.
Tras las palabras arrancadas de mi alma y los deseos asfixiados en mi fantasía.
Tras mis incontables errores.
Está el centro de un laberinto de prejuicios y frustraciones, de rabia macerada a lo largo de toda una vida, de nulidad como rasgo innato de personalidad.
Y soy incapaz de encontrar la salida.

La boca tan grande y negra de mi ignorancia que me ha devorado tantas veces.
El silencio al que he condenado mis opiniones y mis principios.
La falta desesperada de sentido, de humildad, de mí mismo que ha mutilado mi alma.
El frío egoísmo psicopático del que han nacido todos mis miedos.
La hiel amarillenta con la que he cubierto mi corazón para protegerlo de lo que es imposible defenderse.
El vacío donde he elegido vivir y marchitarme.
Las consecuencias imparables de mi ausencia de decisiones, que decidí llevar a cabo.
La nada que me nombra como loco y me explica como infinitamente furioso.
Me conducen al centro de un laberinto de culpa y subversión, de raptos constantes de lo único bueno que me quedaba, de mi propia violación perpetua y dolorosa.
Y no sé si existe la salida.

Antes del principio de mi infancia, postergada y condenado a repetirla.
Antes de mi incapacidad de amar y comprender.
Antes de la violencia que aulla por salir. Antes de que se acaben mis reservas de empatía.
Antes de que mis ojos se nieguen a mirar a la muerte a la cara.
Antes de la autocompasión sellada a mis elecciones.
Antes del asesinato de mi esencia a manos de mi arrepentimiento.
Antes de olvidar cómo besarte.
Antes del suicidio por motivos equivocados.
Siempre me esperará el centro de un laberinto de pasiones compartidas y lujuria por la vida, de rebeldía soldada a mi idealismo incondicional, de amistad construida contracorriente. De ti y de mí en un grito de primavera eterna.
Y no quiero encontrar la salida.

La música manda:

These Colours don´t Run (Iron Maiden)
The Longest Day (Iron Maiden)
The Legacy (Iron Maiden)

Más libros, más libres:

Introducción al Pensamiento Complejo (Edgar Morin)

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