domingo, 15 de febrero de 2009

Reflexión final de la sesión teórica de Modelos de Locura

Sé que el libro parece resaltar exclusivamente la parte negativa del modelo médico. Pienso que los autores hacen eso para poder destacar las peligrosas consecuencias de los modelos reduccionistas tanto biológicos como psicológicos, y de cómo el excesivo énfasis en la biología hace perder de vista otros factores igualmente implicados y del mismo peso a la hora de explicar la psicosis.

Mi objetivo no es únicamente criticar y demostrar cómo el modelo biológico de la psicosis está obsoleto y carece de la adecuada base científica. Es simplemente el punto de partida a una visión global de la psicosis donde interactúan a la vez cerebro, persona, familia y sociedad.

Aún falta mucho por investigar, pero lo que sí está claro es que la psicosis sucede EN la vida de la persona, no es algo que surja de la nada, tiene un sentido para esa persona, sentido que está desesperada por encontrar.

Por eso no podemos separar la sintomatología de la psicobiografía y tampoco podemos aislar a la persona en el proceso de explicación y búsqueda de significado que esa alteración pudiera tener para ella. No es ético, no es científico, no es útil y, desde luego, no es profesional.

Por supuesto que la psicosis tiene causas, pero quizá esa causalidad no sea tan lineal como nos gustaría. La hiperactividad dopaminérgica no es la causa de la psicosis, la elevada emoción expresada en la familia tampoco. Algo tan complejo como la psicosis no puede tener una causa lineal o una multicausalidad lineal.

La psicología y la psiquiatría tratan de imitar la supuesta perfección de ciencias como la física o la biología, pero ellas a principios del S.XX se dieron cuenta de que la causalidad lineal se quedaba corta a la hora de comprender fenómenos tan complejos como el Universo o la interacción atómica.

Nuestro objeto de estudio es igual de complejo que el suyo. Estudiamos las patologías mentales, pero éstas aparecen en la persona que está inmersa en su vida, su familia, su sociedad y sus deseos además de en su biología.

Las causas de la psicosis están inseparablemente unidas a la psicobiografía de la persona, a su desarrollo biológico y social, a su percepción del mundo y de su patología.

La psicosis se produce en una interacción circular recíproca que envuelve a la persona y la va modificando. La psicosis, al igual que la vida, es dinámica, no estática.

Si nosotros sólo ofrecemos a los pacientes explicaciones reduccionistas, les estamos fallando, además de estar fracasando en nuestro papel de profesionales.

Nos quejamos de que en muchos pacientes su patología se explicaría por la necesidad de eludir la responsabilidad que tienen en su propia vida y tratamos de reconducir eso.

Bien, pero ¿y nuestra responsabilidad profesional? Ya no con ellos, sino con nosotros mismos. Nuestra responsabilidad de actualizar nuestros conocimientos, nuestra responsabilidad de promover tratamientos cada vez más eficaces y complejos (en el sentido de que involucren no sólo a la persona, sino a su familia y a la sociedad), nuestra responsabilidad de actuar conforme a la ética.

Si es cierto que la psicosis es un fenómeno complejo que se desarrolla en la vida de la persona y tiene un sentido para ella, deberíamos comenzar por utilizar métodos de tratamiento eficaces que posibiliten la búsqueda de ese sentido y el desarrollo de la persona. No hay ni habrá fármacos que puedan conseguir esto.

Si es cierto que las psicosis están causadas por factores estresantes que danzan en una circularidad retroalimentaria, deberíamos comenzar por luchar para dotar a las personas de los recursos socio-sanitarios necesarios para cambiar, en lo posible, dichos factores. No hay ni habrá pastillas que puedan sacar de la pobreza, eliminar el racismo, hacer olvidar los abusos o cambiar a la familia.

Debemos ofrecer psicoterapia porque es el único tratamiento en el que la persona puede retomar el contacto con su responsabilidad y su vida, en el que puede ser comprendida globalmente y en el que se pueden incluir personas e instituciones que estén en la base de su problemática.

Debemos esforzarnos por conseguir recursos socioeconómicos útiles para las personas y para su integración, no que las anclen cada vez más en su patología.

Es cierto, no podemos cambiar la sociedad ni el sistema, pero sí podemos cambiar nuestra praxis. Tenemos que empezar a asumir y a ejercer la responsabilidad por la que hemos estudiado y por la que hemos luchado.

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