domingo, 11 de abril de 2010

Sobre el amor y la muerte

"¿Me quieres?"
Preguntas y callas. Esperando. Como si yo fuera capaz de colmar tu deseo con mi voz, como si con frases yo pudiera escribir tu corazón.

"¿Me quieres?"
Sí, por supuesto, pero no te lo diré. Porque no significaría nada. Porque las palabras se enganchan a los pájaros para tocar el cielo sin haber sido nunca vistas.
Si me quiebras en dos, si destrozas mi esternón, verás las palabras que me pides, entonces esas palabras pesarán. Estarán empapadas en sangre, bien atadas a mi alma con una soga de arterias. Pero ya estarán muertas.

"¿Me quieres?"
No quieres escuchar "sí" o "no". Quieres SABERLO con CERTEZA ABSOLUTA. Y las únicas palabras que siempre la han dado son las que fueron arrancadas del cuerpo.
Rasga mi piel, revienta mis costillas, estruja mi corazón y las verás en lo más hondo de mí. Pegadas a mis pulmones, pues por ellas respiro.
Pero ya estaré muerto. Por eso las palabras que buscas, en ese momento y sólo entonces, pesarán. Tomarán cuerpo y sustancia.

"¿Me quieres?"
Jamás podrás saberlo. Infinitas veces preguntas, infinitos silencios responden.
Ahí está tu dilema. El tuyo y el de todos.
Para saber hay que llamar a la muerte.
Sólo lo que está muerto, pesa.
Yo te quiero también sin saber la respuesta.
Pero amando lo que no conocemos, somos.
Personas, vida. Somos.

La muerte es la única certeza que tenemos en este mundo.
No es extraño, pues, que todo lo que ella toque, se vuelva cierto.
Exista realmente.

El amor te hace flotar.
Engaña a la gravedad para llevarte a las estrellas.
El amor te da vida porque te quita peso.

Un amor que pesa como el granito
es tan cierto como la muerte
y está tan muerto como ella.

"¿Me quieres"?
Sólo hay una forma de que lo sepas sin matarme, sin matarte.

Bésame.

Porque en los besos no ves las palabras, no las escuchas.
Pero las sientes viajar de mi boca a la tuya y al revés.
Morimos en los besos.
Nacemos en las palabras.

Bésame, quiero morir.

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