lunes, 25 de febrero de 2008

Prometo prometer

Parece un aquelarre despiadado.
Los unos se pisan a los otros, desangrándose con argumentos vacuos y palabras vanas, es la apoteosis de la estupidez, justo como si el hombre involucionara en simio y este en un ente sin conciencia.
Esa es la definición de nuestra democracia. Esto es lo que hemos elegido y quizá sea lo que nos merecemos por imbéciles, por superficiales, por ignorantes.

Ahora se acerca el momento de renovar los votos, de otorgar el poder de nuestro gobierno a personas peores que nosotros. Son psicópatas sin empatía ¿cómo si no llega uno a la cumbre de la mentira en un sistema hipócrita?
Son unas furcias viejas y ajadas que no saben cómo maquillarse para poder entrar por los ojos y obtener unos cuantos clientes desesperados que puedan pagar su droga mil veces cortada.
Son una lacra, la mayoría dice que necesaria, yo pienso que han surgido con el poder de perpetuarse a sí mismos; el sistema les alimenta. Dan igual las ideas y los colores y el nombre del partido y los valores y las necesidades, ellos ganan siempre y nosotros siempre perdemos.

El voto es un derecho, pero es inútil. Si todos son iguales, si todos nos joden ¿de qué sirve votar? Sólo los idealistas o los fanáticos creen en la necedad del gobierno del pueblo. Ambos tipos de personas son peligrosas.

Prometen y prometen y vuelven a prometer mientras seguimos igual. Caminamos renqueantes como el aventurero sin agua perdido en el desierto, y lo poco que avanzamos no es gracias a ellos, sino a nosotros mismos, siempre gracias a nosotros.

¿Cómo podemos definir nuestra cultura como libre si siempre estamos gobernados? ¿Cómo han podido convencernos esa piara hedionda de que nosotros decidimos?
Puede que tú decidas el papel que metes en el sobre, pero tú no eliges todo el elenco de gobernantes y si aún así lo haces, eliges sin pensar.
¿Qué sabes del tío que llega al poder? Sólo su fachada, su imagen pública. No conoces sus motivaciones, ni sus deseos, ni su currículum, ni sus emociones, ni sus gustos, ni su entorno.
Si no te fías de quien te intenta vender un producto innecesario ¿cómo puedes fiarte de quien intenta venderse a sí mismo?

Sólo porque la dictadura sea el infierno no quiere decir que la democracia sea el cielo, ni siquiera se aproxima al purgatorio.
Para ser presidente del gobierno sólo hace falta ser español y mayor de edad (y tener padrinos y dinero y pertenecer a uno de los partidos mayoritarios y pisar cabezas como el que exprime uvas y ser de todos y de nadie y aliarse con los poderosos para que el sistema no cambie y prometer para no cumplir...)

Políticos desalmados, os odio. Diputados podridos de poder, os detesto. Votantes necios y culpables, os maldigo.

Es una lástima que la persona por ser incapaz de gobernarse a sí misma, necesite gobernar a los demás.

La música manda:

Los Planetas (Gustav Holst)
Happy Ending (Mika)
Erotomania (Dream Theater)

Más libros, más libres:

El Paraíso Perdido (John Milton)

1 comentario:

pinypon dijo...

tu siempre has prometido mucho, y de momento cumples expectativas