domingo, 1 de noviembre de 2009

Sobre el amor y el miedo

Se derrite el tacto del suspiro en la almohada.
En lo que tardo en decir "coraza de corazones", ella se disuelve entre los labios.
Ella se evapora en tres roces.
Ella, la emoción que siento, la vida que trato de apresar entre las manos y que se me escapa a latidos.

Luchamos para no tener miedo, cuando lo único que deseamos es dejar de sentir miedos.

El amor nace del miedo. Del miedo a conocernos y del miedo más acuciante a no encontrarnos jamás. Del miedo a vivir, del miedo a morir. Todos son el mismo miedo, el que define la angustia existencial que surge del abrazo mágico entre vida y conciencia.

El amor se va desgarrando por los miedos. El miedo a la soledad y el miedo más retorcido a no ser aceptado. El miedo a los otros, el miedo a lo que puedan pensar. Todos son miedos diferentes, pero les une su origen, son disfraces del miedo a vivir y del miedo a morir.
El miedo se disfraza de miedos. El miedo se defiende con miedos.

Sin miedo no hay amor, pero con miedos el amor se rompe o se corrompe.

Se funde el sabor del abrazo en los ojos.
En lo que tardo en oír "personas de poesía", ella ha hablado con mi voz.
Ella se ha licuado en tres lágrimas.
Ella, palabra que me escribe de la nada y me hace nacer a medias escrito, esperanza que me golpea contra la libertad de haber amado viviendo.

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